Löydetty 102 Tulokset: rebaño

  • mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, (Génesis 4, 4)

  • Y como Abraham puso aparte siete corderas del rebaño, (Génesis 21, 28)

  • Él volvió a preguntarles: "¿Se encuentra bien?". "Muy bien", le respondieron. "Precisamente, ahí viene su hija Raquel con el rebaño". (Génesis 29, 6)

  • Todavía estaba hablando con ellos, cuando llegó Raquel, que era pastora, con el rebaño de su padre. (Génesis 29, 9)

  • Apenas Jacob vio a Raquel, la hija de su tío Labán, que traía el rebaño, se adelantó, hizo rodar la piedra que cubría la boca del pozo, y dio de beber a las ovejas de su tío. (Génesis 29, 10)

  • "¿Qué debo darte en pago?", preguntó Labán. Y Jacob respondió: "No tendrás que pagarme nada. Si haces lo que te voy a proponer, yo volveré a apacentar tu rebaño y a ocuparme de él. (Génesis 30, 31)

  • Revisa hoy mismo todo tu rebaño, y aparta de él todas las ovejas negras y todas las cabras moteadas o manchadas. Ese será mi salario. (Génesis 30, 32)

  • Después interpuso entre él y Jacob una distancia de tres días de camino. Mientras tanto, Jacob apacentaba el resto del rebaño de Labán. (Génesis 30, 36)

  • Luego puso frente a los animales, en los bebederos o recipientes de agua donde iba a beber el rebaño, las ramas que había descortezado. Y cuando los animales iban a beber, entraban en celo. (Génesis 30, 38)

  • Además, Jacob separó a los carneros y los puso frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. Así pudo formar sus propios rebaños, que mantuvo separados de los rebaños de Labán. (Génesis 30, 40)

  • Jacob mandó llamar a Raquel y a Lía para que fueran a encontrarse con él en el campo donde estaba el rebaño, (Génesis 31, 4)

  • Si él establecía: ‘Los animales manchados serán tu salario’, todo el rebaño tenía crías manchadas; y si él decía: ‘Los animales rayados serán tu paga’, todo el rebaño tenía crías rayadas. (Génesis 31, 8)


“Você teme um homem,um pobre instrumento nas mãos de Deus, mas não teme a justiça divina?” São Padre Pio de Pietrelcina