Löydetty 17 Tulokset: cuyas

  • un país donde comerás pan en abundancia y donde nada te faltará, donde las piedras son de hierro y de cuyas montañas extraerás cobre. (Deuteronomio 8, 9)

  • Por otra parte, Booz, el hombre con cuyas servidoras estuviste, es pariente cercano nuestro. Esta noche él estará aventando la cebada en la era. (Rut 3, 2)

  • Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. (Salmos 1, 3)

  • No sucede así con aquellos, los hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. (Eclesiástico 44, 10)

  • Así como mi mano alcanzó a los reinos de los ídolos, cuyas estatuas superaban las de Jerusalén y Samaría, (Isaías 10, 10)

  • Porque languidecen los fértiles campos de Jesbón, la viña de Sibmá, cuyas cepas escogidas dejaban volteados a los señores de las naciones: ellas llegaban hasta Iazer, se perdían en el desierto; sus sarmientos se extendían hasta más allá del mar. (Isaías 16, 8)

  • Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas, que tus ojos vean a Jerusalén, morada tranquila, carpa que no será desplazada, cuyas estacas no serán arrancadas y cuyas cuerdas no se romperán. (Isaías 33, 20)

  • Pero los impíos son como un mar agitado, que no se puede calmar y cuyas aguas arrojan fango y cieno. (Isaías 57, 20)

  • El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan. (Isaías 58, 11)

  • ¿Quién es ese que sube como el Nilo y cuyas aguas se encrespan como los ríos? (Jeremías 46, 7)

  • Es Egipto el que sube como el Nilo y cuyas aguas se encrespan como los ríos. Él decía: "Subiré, cubriré la tierra, haré perecer la ciudad y sus habitantes. (Jeremías 46, 8)

  • y se divertían con las aves del cielo; los que atesoraban la plata y el oro, en los que los hombres ponen su confianza, y cuyas posesiones no tenían límite; (Baruc 3, 17)


“Mantenha-se sempre muito unido à Igreja Católica, pois somente ela pode lhe dar a verdadeira paz, porque somente ela possui Jesus Sacramentado que é o verdadeiro príncipe da paz.” São Padre Pio de Pietrelcina