Löydetty 94 Tulokset: oración

  • Escucha, Señor, la oración de tus servidores, escucha a tus sacerdotes cuando dan a tu pueblo la bendición de Aarón. (Sirácides (Eclesiástico) 36, 16)

  • Demostrarán muy poca instrucción, no son expertos en derecho, y no figuran entre los que interpretan las máximas. Por cierto que valorizan todo lo que Dios creó en un comienzo, pero su oración no va más allá de las cosas de su oficio. (Sirácides (Eclesiástico) 38, 34)

  • Si el Señor sublime lo ha decidido así, lo llenará del espíritu de inteligencia. Entonces entregará, como una lluvia, palabras de sabiduría, y dará gracias al Señor en su oración. (Sirácides (Eclesiástico) 39, 6)

  • El pueblo suplicaba al Señor Altísimo y se mantenía en oración delante del Misericordioso, hasta que se acababa el homenaje al Señor y se terminaba la liturgia. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 19)

  • Mi oración fue escuchadamme salvaste de la ruinayy me libraste de esta hora fatal (Sirácides (Eclesiástico) 51, 11)

  • Desde que era joven, antes de todos mis viajes, resueltamente he pedido en mi oración la sabiduría. (Sirácides (Eclesiástico) 51, 13)

  • Entonces Isaías mandó a decir a Ezequías: «Esto es lo que dice Yavé, Dios de Israel: He escuchado la oración que tú me has dirigido a propósito de Senaquerib, rey de Asiria, (Isaías 37, 21)

  • «Esto has de decir a Ezequías de parte de Yavé, el Dios de su padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas; y ahora te voy a dar quince años más de vida. (Isaías 38, 5)

  • los llevaré a mi cerro santo y haré que se sientan felices en mi Casa de oración. Serán aceptados los holocaustos y los sacrificios que hagan sobre mi altar, ya que mi casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos. (Isaías 56, 7)

  • Después de haber entregado a Baruc, hijo de Nerías, la escritura de compra, dirigí a Yavé esta oración: (Jeremías 32, 16)

  • Has matado sin piedad; te encerraste en tu nube para que no pasara la oración; (Lamentaciones 3, 44)

  • Oye mi grito: no cierres tu oído a mi oración. (Lamentaciones 3, 56)


“O amor nada mais é do que o brilho de Deus nos homens”. São Padre Pio de Pietrelcina