Números, 29
4. y una décima por cada uno de los siete corderos;
4. y una décima por cada uno de los siete corderos;
Números El Capítulo 29 presenta las instrucciones para las celebraciones de los festivales religiosos durante el séptimo mes del calendario hebreo. Estas celebraciones incluyen el Día de la Expiación y la Fiesta de los Tabernáculos. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas:
Levítico 23:27 - "Pero en el décimo día de este séptimo mes será el día de la expiación. Tendrás un llamado sagrado, afectarás a tus almas y ofrecerás ofrenda quemada al Señor". Este versículo se refiere a la celebración del Día de la Expiación mencionada en los Números 29, donde los pecados de la gente prescriben un ritual de expiación.
Levítico 23:34 - "Hable con los hijos de Israel, diciendo, los quince días de este séptimo mes serán la fiesta del Señor durante siete días". Este versículo se refiere a la celebración de la fiesta tabernánica, uno de los festivales religiosos mencionados en los números 29.
Levítico 23:37 - "Estas son las solemnidades del Señor, que llamará a las sagradas asambleas para ofrecer al Señor ofrenda quemada, ofrenda quemada y ofreciendo cereales, sacrificio y libación, cada una en su propio día". Este versículo refuerza la importancia de las celebraciones religiosas prescritas de Dios y destaca la necesidad de ofrecer ofertas apropiadas.
Levítico 23:39 - "Pero en los quince días del séptimo mes, cuando se haya recolectado el producto de la tierra, celebrará la fiesta del Señor durante siete días; el primer día habrá descanso y el octavo día habrá descanso ". Este versículo reitera las instrucciones sobre la celebración de la fiesta del tabernáculo, mencionados en los números 29.
Nehemías 8:18 - "También día tras día, desde el primero hasta el último día, Ezra leyó en el Libro de la Ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días, y en el octavo día hubo una solemnidad, según el ritual." Este versículo describe una celebración de la fiesta de los tabernáculos después del exilio en Babilonia, mostrando la continuidad de la tradición incluso después de la destrucción del Templo de Jerusalén.
O Pai celeste está sempre disposto a contentá-lo em tudo o que for para o seu bem”. São Padre Pio de Pietrelcina
