Biblia Católica
 

I Samuel, 23

19. Subieron algunos zifitas a Guibeá, donde Saúl, para decirle: «¿No se esconde David entre nosotros, en los refugios de Jorsa, en la colina de Jakilá, que está al sur de la estepa?

Versos relacionados con I Samuel, 23:

1 Samuel 23 describe cómo David salva a la ciudad de Queila del ataque de los filisteos, pero los habitantes de la ciudad traicionan y necesita escapar al desierto, donde Saúl lo perseguía nuevamente. Los temas cubiertos en este capítulo incluyen liderazgo, lealtad, traición, protección divina y confianza en Dios.

Salmo 18:2: "El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi liberador; mi Dios es mi roca, en quien me refugio. Él es mi escudo y el poder que me salva, mi torre". Este versículo destaca la protección divina que David busca en medio de la persecución de Saúl.

Proverbios 11:14: "Donde no hay un abogado que falle en los proyectos, pero con la multitud de consejeros hay buen éxito". Este versículo habla sobre la importancia de escuchar consejos y buscar sabiduría, algo que David hace consultando a Dios sobre el ataque a Queila.

Salmo 34:7: "El ángel del Señor campamento alrededor de los que le temen y los entrega". Este versículo destaca la protección divina que David experimenta cuando confía en Dios en medio de la persecución.

Salmo 52:8: "Pero soy como el olivo verde en la casa de Dios; confío en el amor de Dios para siempre y para siempre". Este versículo destaca la confianza de David en Dios, incluso cuando está perseguido por Saul y traicionado por sus aliados.

Salmo 118:8: "Es mejor buscar refugio en el Señor que confiar en los hombres". Este versículo habla sobre la importancia de confiar en Dios en medio de las dificultades, algo que David hace al buscar la guía de Dios y confiar en su protección en medio de la persecución.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina