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  • Este perdón consistirá en lo siguiente: todo acreedor perdonará a su prójimo todo lo que le haya prestado; no lo exigirá ya más de su prójimo, es decir, de su hermano, una vez proclamado el perdón del Señor. (Deuteronomio 15, 2)

  • Podrás exigirlo del extranjero, pero no de tu hermano, al que se lo perdonarás. (Deuteronomio 15, 3)

  • Si hay en medio de ti un necesitado, uno de tus hermanos, en una de las ciudades de la tierra que el Señor, tu Dios, te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás la mano a tu hermano pobre, (Deuteronomio 15, 7)

  • No te dejes llevar de este pensamiento egoísta: Ya está cercano el año séptimo, el año del perdón y, si poniendo mala cara a tu hermano necesitado, no le das nada, podría apelar al Señor contra ti, y te harías reo de pecado. (Deuteronomio 15, 9)

  • Nunca faltarán pobres en la tierra; por eso te digo: Abre tu mano a tu hermano, al humillado y al pobre de tu tierra. (Deuteronomio 15, 11)

  • Si un hermano tuyo, hebreo o hebrea, se vende a ti, te servirá seis años. El séptimo le dejarás libe; (Deuteronomio 15, 12)

  • pondrás por rey a uno de tus hermanos elegido por el Señor; no pondrás por rey a un extranjero, uno que no sea tu hermano. (Deuteronomio 17, 15)

  • ellos, si, después de una buena investigación, averiguan que el testigo había declarado en falso contra su hermano, (Deuteronomio 19, 18)

  • harán con él lo mismo que él pensaba hacer con su hermano. Así extirparás el mal de en medio de ti. (Deuteronomio 19, 19)

  • Si ves el buey o la oveja de tu prójimo que se han extraviado, no te desentiendas de ellos; llévaselos a tu hermano. (Deuteronomio 22, 1)

  • Si tu hermano no es de tu ciudad ni lo conoces, encierra el animal en tu casa y tenlo allí hasta que tu hermano venga a buscarlo, y entonces se lo entregarás. (Deuteronomio 22, 2)

  • Lo mismo harás con su asno, con su manto y con todo objeto perdido por tu hermano que tú encuentres. No debes desentenderte de ellos. (Deuteronomio 22, 3)


“A maior caridade é aquela que arranca as pessoas vencidas pelo demônio, a fim de ganhá-las para Cristo. E isso eu faço assiduamente, noite e dia.” São Padre Pio de Pietrelcina