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  • y le dijo: "He escuchado la oración y súplica que me has hecho; he santificado este templo que has construido para que resida en él mi nombre por siempre y para que en él estén siempre fijos mis ojos y mi corazón. (I Reyes 9, 3)

  • Yo he elegido y consagrado este templo para que resida en él mi nombre por siempre y para que en él estén siempre fijos mis ojos y mi corazón. (II Crónicas 7, 16)

  • Que nadie entre en el templo del Señor más que los sacerdotes y levitas que estén de servicio; éstos podrán entrar porque están consagrados. Todo el pueblo observará las prescripciones del Señor. (II Crónicas 23, 6)

  • Que tus oídos estén atentos y tus ojos abiertos para escuchar la plegaria de tu siervo, que yo derramo ahora ante ti, día y noche, por los israelitas tus siervos, confesando los pecados que ellos han cometido contra ti. Yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado; (Nehemías 1, 6)

  • Oh Señor, estén atentos tus oídos a la súplica de tu siervo y a la oración de tus servidores, que quieren ser fieles a ti. Concede éxito a tu siervo y haz que tengan buena acogida ante ese hombre". Era yo entonces copero del rey. (Nehemías 1, 11)

  • ¡Con una mirada al soberbio derriba, aplasta a los criminales donde estén! (Job 40, 12)

  • Que se alegren en cambio los que en ti confían, que siempre estén alegres, porque tú los proteges; que se gocen en ti los que aman tu nombre. (Salmos 5, 12)

  • que estén siempre presentes al Señor y que él borre de la tierra su memoria. (Salmos 109, 15)

  • Señor, escucha mi clamor, estén tus oídos atentos al grito de mi súplica. (Salmos 130, 2)

  • que nuestros graneros estén llenos, rebosantes de frutas de todas las especies; que nuestros rebaños se multipliquen a millares, a miles y miles por nuestras praderías; (Salmos 144, 13)

  • Harás bien si envías embajadores para estipular la paz, a fin de que, sabiendo nuestra voluntad real, estén contentos y puedan dedicarse con alegría a sus propios intereses". (II Macabeos 11, 26)

  • para que al fin no tengas que gemir, cuando tu cuerpo y tu carne estén consumidos, (Proverbios 5, 11)


“Seja perseverante nas orações e nas santas leituras.” São Padre Pio de Pietrelcina