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  • El rey David entró, y se sentó ante Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo, señor mío Yahveh, y qué mi casa, que me has traído hasta aquí? (II Samuel 7, 18)

  • Salomón se sentó en el trono de David su padre y el reino se afianzó sólidamente en su mano. (I Reyes 2, 12)

  • Entró Betsabé donde el rey Salomón para hablarle acerca de Adonías. Se levantó el rey, fue a su encuentro y se postró ante ella, y se sentó después en su trono; pusieron un trono para la madre del rey y ella se sentó a su diestra. (I Reyes 2, 19)

  • y después tomó a los jefes de cien, a los carios y a la guardia y a todo el pueblo de la tierra, e hicieron bajar al rey de la Casa de Yahveh y entraron a la casa del rey por el camino de la guardia, y se sentó en el trono de los reyes. (II Reyes 11, 19)

  • Entró entonces el rey David, se sentó delante de Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo, oh Yahveh Dios, y qué mi casa, que me has traído hasta aquí? (I Crónicas 17, 16)

  • Al enterarse de ello Samballat el joronita y Tobías el servidor ammonita, les sentó muy mal que alguien viniera a procurar el bienestar de los israelitas. (Nehemías 2, 10)

  • Yahveh se sentó para el diluvio, Yahveh se sienta como rey eterno. (Salmos 29, 10)

  • El ejército los mató y Demetrio se sentó en su trono real. (I Macabeos 7, 4)

  • El rey Demetrio se sentó en el trono de su reino y la tierra quedó sosegada en su presencia. (I Macabeos 11, 52)

  • Los tronos de los príncipes los volteó el Señor, y en su lugar sentó a los mansos. (Eclesiástico 10, 14)

  • Mientras yo contemplaba: Se aderezaron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura, blanca como la nieve; los cabellos de su cabeza, puros como la lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)

  • Un río de fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían, miriadas de miriadas estaban en pie delante de él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros. (Daniel 7, 10)


“A maior caridade é aquela que arranca as pessoas vencidas pelo demônio, a fim de ganhá-las para Cristo. E isso eu faço assiduamente, noite e dia.” São Padre Pio de Pietrelcina