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  • Se decía también en el escrito cómo el profeta, después de una revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el arca; y cómo salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. (II Macabeos 2, 4)

  • El Dios que salvó a todo su pueblo y que a todos otorgó la heredad, el reino, el sacerdocio y la santidad, (II Macabeos 2, 17)

  • Al tener noticia de la expedición de Nicanor y del asalto de los gentiles, esparcieron sobre sí polvo e imploraron a Aquél que por siempre había establecido a su pueblo y que siempre protegía a su propia heredad con sus manifestaciones. (II Macabeos 14, 15)

  • Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados no se revuelcan. (Eclesiástico 23, 12)

  • Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme. (Eclesiástico 24, 7)

  • Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel." (Eclesiástico 24, 8)

  • He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad. (Eclesiástico 24, 12)

  • Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel. (Eclesiástico 24, 20)

  • Congrega todas las tribus de Jacob, dales su heredad como al principio. (Eclesiástico 36, 10)

  • Aumentó la gloria de Aarón y le dio una heredad, le otorgó las primicias, sobre todo el pan a saciedad. (Eclesiástico 45, 20)

  • Aunque en la tierra del pueblo no tiene heredad, ni hay en el pueblo parte para él: que «Yo soy tu parte y tu heredad». (Eclesiástico 45, 22)

  • Esforzado en la guerra fue Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés como profeta; él fue, de acuerdo con su nombre, grande para salvar a los elegidos del Señor, para tomar venganza de los enemigos que surgían e introducir a Israel en su heredad. (Eclesiástico 46, 1)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina