Fundar 893 Resultados para: Mano

  • Detrás salió su hermano, que llevaba en la mano la cinta escarlata, y le llamó Zéraj. (Génesis 38, 30)

  • Entonces ella le asió de la ropa diciéndole: «Acuéstate conmigo.» Pero él, dejándole su ropa en la mano, salió huyendo afuera. (Génesis 39, 12)

  • Entonces ella, al ver que había dejado la ropa en su mano, huyó también afuera y gritó a los de su casa diciéndoles: (Génesis 39, 13)

  • Yo tenía en la mano la copa de Faraón, y tomando aquellas uvas, las exprimía en la copa de Faraón, y ponía la copa en la mano de Faraón.» (Génesis 40, 11)

  • Dentro de tres días levantará Faraón tu cabeza: te devolverá a tu cargo, y pondrás la copa de Faraón en su mano, lo mismo que antes, cuando eras su escanciador. (Génesis 40, 13)

  • Y Faraón se quitó el anillo de la mano y lo puso en la mano de José, le hizo vestir ropas de lino fino y le puso el collar de oro al cuello, (Génesis 41, 42)

  • Dijo Faraón a José: «Yo, Faraón: sin tu licencia no levantará nadie mano ni pie en todo Egipto.» (Génesis 41, 44)

  • Yo respondo de él, de mi mano lo exigirás si no lo trajere aquí y te lo presentare, y estaría yo en falta contigo a perpetuidad. (Génesis 43, 9)

  • Cuando los días de Israel tocaron a su fin, llamó a su hijo José y le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos, pon tu mano debajo de mi muslo y hazme este favor y lealtad: No me sepultes en Egipto. (Génesis 47, 29)

  • Al ver José que su padre tenía la diestra puesta sobre la cabeza de Efraím, le pareció mal, y asió la mano de su padre para retirarla de sobre la cabeza de Efraím a la de Manasés. (Génesis 48, 17)

  • A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; inclínense a ti los hijos de tu padre. (Génesis 49, 8)

  • He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos. (Exodo 3, 8)


“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina