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  • En aquel día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres vigorosos; se detendrán las moledoras, que ya serán pocas, y se oscurecerán las que miran por las ventanas; (Eclesiastés 12, 3)

  • Aquel día, los egipcios serán como mujeres: temblarán y estarán aterrorizados ante la mano amenazadora del Señor de los ejércitos, que él agitará contra ellos. (Isaías 19, 16)

  • Cuando se enteren en Egipto, temblarán por las noticias de Tiro. (Isaías 23, 5)

  • Ante la amenaza de uno solo, temblarán mil; ante la amenaza de cinco, ustedes huirán, hasta que sean dejados como un mástil en la cumbre de una montaña, como señal sobre una colina. (Isaías 30, 17)

  • Dentro de un año y unos días, ustedes temblarán, mujeres confiadas, porque terminará la vendimia y no llegará la cosecha. (Isaías 32, 10)

  • ¿No me temen a mí? -oráculo del Señor-. ¿No temblarán delante de mí, que puse la arena como frontera del mar, límite eterno e infranqueable? Sus olas se agitan, pero son impotentes, braman, pero no lo traspasan. (Jeremías 5, 22)

  • Jerusalén será para mí un nombre gozoso, un honor y una gloria, entre todas las naciones de la tierra, que oirán todo el bien que yo les hago: ellas temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que les concedo. (Jeremías 33, 9)

  • El rey estará de duelo, el príncipe se cubrirá de desolación y temblarán las manos de la gente. Yo los trataré conforme a su conducta, los juzgaré según sus juicios, y sabrán que yo soy el Señor. (Ezequiel 7, 27)

  • Será tal la cantidad de sus caballos que te dejará cubierta de polvo. Tus murallas temblarán al estruendo de su caballería, de sus ruedas y sus carros, cuando él entre por tus puertas como se entra en una ciudad expugnada. (Ezequiel 26, 10)

  • Así habla el Señor a Tiro: ¡Cómo temblarán las costas lejanas por el estruendo de tu caída, cuando giman las víctimas y haya una mortandad en medio de ti! (Ezequiel 26, 15)

  • Todos los príncipes del mar bajarán de sus tronos, se quitarán sus mantos y se despojarán de sus vestiduras bordadas. Estremecidos de espanto, se sentarán en el suelo, temblarán sin cesar y quedarán consternados por ti. (Ezequiel 26, 16)

  • Al oír los gritos de tus timoneles, temblarán las riberas. (Ezequiel 27, 28)


“Rezai e continuai a rezar para não ficardes entorpecidos”. São Padre Pio de Pietrelcina