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Moisés dijo a Aarón: "Así se cumple la palabra del Señor: Manifestaré mi santidad en aquellos que se acercan a mí, y a la vista de todo el pueblo seré glorificado". Aarón, por su parte, permaneció en silencio. (Levítico 10, 3)
Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Por no haber confiado lo bastante en mí para que yo manifestara mi santidad ante los israelitas, les aseguro que no llevarán a este pueblo hasta la tierra que les he dado". (Números 20, 12)
Estas son las aguas de Meribá -que significa "Querella"- donde los israelitas promovieron una querella contra el Señor y con las que él manifestó su santidad. (Números 20, 13)
Porque en el desierto de Cin, cuando la comunidad promovía una querella, ustedes se rebelaron contra la orden de manifestar mi santidad a los ojos de ellos por medio del agua". Se trata del agua de Meribá de Cades, en el desierto de Sin. (Números 27, 14)
Porque ustedes fueron infieles a mí junto a las aguas de Meribá de Cades, en el desierto de Cin, y no manifestaron mi santidad en medio de los israelitas. (Deuteronomio 32, 51)
¡Aclamen la gloria del nombre del Señor, adórenlo al manifestarse su santidad! (Salmos 29, 2)
Una vez juré por mi santidad -¡jamás mentiré a David!-: (Salmos 89, 36)
Tus testimonios, Señor, son dignos de fe, la santidad embellece tu Casa a lo largo de los tiempos. (Salmos 93, 5)
adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡que toda la tierra tiemble ante él! (Salmos 96, 9)
"Tú eres príncipe desde tu nacimiento, con esplendor de santidad; yo mismo te engendré como rocío, desde el seno de la aurora". (Salmos 110, 3)
En su tiempo y bajo su conducción, se logró expulsar a los extranjeros del país, en especial, a los que se encontraban en la Ciudad de David, en Jerusalén. Allí habían construido una Ciudadela, de la que salían para profanar los alrededores del Santuario causando graves ultrajes a su santidad. (I Macabeos 14, 36)
Y no se podía defraudar a los que habían depositado su confianza en la santidad de ese Lugar y en la inviolable majestad de aquel Templo venerado en todo el mundo. (II Macabeos 3, 12)