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  • entonces el padre y la madre de la joven tomarán las pruebas de su virginidad, y las exhibirán ante los ancianos, en la puerta de la ciudad. (Deuteronomio 22, 15)

  • El padre de la joven dirá a los ancianos: "Yo entregué mi hija a este hombre para que fuera su esposa, pero él le ha tomado aversión (Deuteronomio 22, 16)

  • por haber difamado a una virgen israelita, condenándolo, además, a pagar cien siclos de plata, que entregarán al padre de la joven. Ella seguirá siendo su mujer, y el hombre no podrá repudiarla nunca más. (Deuteronomio 22, 19)

  • Pero si la acusación resulta verdadera y no aparecen las pruebas de la virginidad de la joven, (Deuteronomio 22, 20)

  • Si una joven virgen está comprometida con un hombre, y otro la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, (Deuteronomio 22, 23)

  • se hará salir a los dos a la puerta de esa ciudad y los matarán a pedradas: a la joven por no haber pedido auxilio, a pesar de que estaba en la ciudad; y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. (Deuteronomio 22, 24)

  • Pero si el hombre encuentra en el campo a la joven comprometida y se acuesta con ella por la fuerza, sólo morirá el hombre que se acostó con ella. (Deuteronomio 22, 25)

  • A la joven, no le harás nada, porque no ha cometido un pecado que merezca la muerte. Es un caso semejante al de un hombre que ataca a otro y lo mata: (Deuteronomio 22, 26)

  • como el encuentro se produjo en el campo, tal vez la joven pidió auxilio, pero no había nadie que la socorriera. (Deuteronomio 22, 27)

  • Si un hombre encuentra a una joven virgen que no está comprometida, la toma por la fuerza y se acuesta con ella, y son sorprendidos, (Deuteronomio 22, 28)

  • el hombre que se acostó con ella deberá pagar al padre de la joven cincuenta siclos de plata y ella será su mujer. Nunca podrá repudiarla, porque él la violó. (Deuteronomio 22, 29)

  • Afuera los diezmará la espada, y adentro, el terror, tanto al joven como a la muchacha, al niño de pecho como al anciano. (Deuteronomio 32, 25)


“Aquele que procura a vaidade das roupas não conseguirá jamais se revestir com a vida de Jesus Cristo.” São Padre Pio de Pietrelcina