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  • Los israelitas que se encontraban en Jerusalén celebraron con gran alegría la fiesta de los Ácimos durante siete días, mientras los levitas y los sacerdotes alababan diariamente al Señor con todas sus fuerzas. (II Crónicas 30, 21)

  • Luego toda la asamblea resolvió prolongar la fiesta siete días más, y así pasaron otros siete días de gran alegría. (II Crónicas 30, 23)

  • Una vez terminada la fiesta, los israelitas que se encontraban allí salieron por las ciudades de Judá y destrozaron las piedras conmemorativas, talaron los postes sagrados y demolieron los lugares altos y los altares de todo Judá y Benjamín, y también los de Efraím y Manasés, hasta destruirlos completamente. Luego todos los israelitas regresaron a sus ciudades, cada uno a su posesión. (II Crónicas 31, 1)

  • Los israelitas que se encontraban allí celebraron la Pascua en aquella ocasión, y también la fiesta de los Ácimos durante siete días. (II Crónicas 35, 17)

  • También celebraron la fiesta de las Chozas, como está prescrito, ofreciendo diariamente el número de holocaustos fijado para cada día. (Esdras 3, 4)

  • Durante siete días celebraron alegremente la fiesta de los Ácimos, porque el Señor los había llenado de gozo haciendo cambiar la actitud del rey de Asiria hacia ellos, a fin de fortalecer sus manos en los trabajos de la Casa de Dios, el Dios de Israel. (Esdras 6, 22)

  • Y en la Ley que el Señor había promulgado por medio de Moisés, encontraron escrito que los israelitas debían habitar en chozas durante la Fiesta del séptimo mes, (Nehemías 8, 14)

  • Día tras día, desde el primer día de la semana hasta el último, se leyó el libro de la Ley de Dios. Durante siete días se celebró la Fiesta, y al octavo día hubo una asamblea solemne, como está establecido. (Nehemías 8, 18)

  • Durante el reinado de Asaradón regresé a mi casa y me devolvieron a mi mujer Ana y a mi hijo Tobías. En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer. (Tobías 2, 1)

  • Pero ella replicaba: "Déjame, no trates de engañarme. Mi hijo ha muerto". Y todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo, porque no se fiaba de nadie. Al caer la tarde, entraba en su casa y pasaba las noches llorando y lamentándose sin poder dormir. Cuando pasaron los catorce días de fiesta que Ragüel había prometido celebrar en honor de su hija, Tobías fue a decirle: "Déjame partir, porque seguramente mi padre y mi madre piensan que ya no volverán a verme. Te ruego, padre, que me dejes volver a la casa de mi padre. Ya te dije en qué estado lo dejé". (Tobías 10, 7)

  • Ese fue un gran día de fiesta para todos los judíos de Nínive, y los sobrinos de Tobit, Ajicar y Nadab, vinieron a compartir su alegría. (Tobías 11, 18)

  • Ayunaba todos los días, excepto los sábados, los novilunios y los días de fiesta y de regocijo del pueblo de Israel. (Judit 8, 6)


“Esforce-se, mesmo se for um pouco, mas sempre…” São Padre Pio de Pietrelcina