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Entonces Jacob dijo a sus familiares y a todos los demás que estaban con él: "Dejen de lado todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa. (Génesis 35, 2)
Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían consigo y los aros que llevaban en sus orejas, y Jacob los enterró debajo de la encina que está cerca de Siquém. (Génesis 35, 4)
Al verlos, él los reconoció en seguida, pero los trató como si fueran extraños y les habló duramente. "¿De dónde vienen?", les preguntó. Ellos respondieron: "Venimos de Canaán para abastecernos de víveres". (Génesis 42, 7)
Maldición, si desobedecen esos mandamientos y se apartan del camino que yo les señalo, para ir detrás de dioses extraños, que ustedes no han conocido. (Deuteronomio 11, 28)
El Señor dijo a Moisés: "Pronto irás a descansar junto con tus padres, y este pueblo se prostituirá yendo detrás de dioses extraños, los dioses de la tierra donde está por entrar; me abandonará y quebrantará la alianza que hice con él. (Deuteronomio 31, 16)
Provocaron sus celos con dioses extraños, lo irritaron con abominaciones. (Deuteronomio 32, 16)
Si abandonan al Señor para servir a dioses extraños, él, a su vez, los maltratará y los aniquilará, después de haberles hecho tanto bien". (Josué 24, 20)
"Entonces dejen de lado los dioses extraños que hay en medio de ustedes, e inclinen sus corazones al Señor, el Dios de Israel". (Josué 24, 23)
Ellos hicieron desaparecer a los dioses extraños y sirvieron al Señor. Y el Señor no pudo soportar por más tiempo el sufrimiento de Israel. (Jueces 10, 16)
Samuel dijo entonces a toda la casa de Israel: "Si ustedes se vuelven al Señor de todo corazón, dejen de lado a los dioses extraños y a las Astartés que hay en medio de ustedes; dirijan sus corazones hacia el Señor y sírvanlo sólo a él. Así el Señor los librará del poder de los filisteos". (I Samuel 7, 3)
Tú me libraste de un ejército incontable y me pusiste al frente de naciones: pueblos extraños son mis vasallos. (II Samuel 22, 44)
Tú me libraste de un ejército incontable y me pusiste al frente de naciones: pueblos extraños son mis vasallos. (Salmos 18, 44)