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  • En el año ciento cincuenta y tres, en el segundo mes, Alcimo mandó derribar el muro del patio interior del Templo. Esto significaba nada menos que destruir la obra de los profetas. (1 Macabeos 9, 54)

  • Este hecho se leía también en los archivos y en las Memorias del tiempo de Nehemías. Ahí contaban que Nehemías inició una biblioteca y reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes relativas a las ofrendas. (2 Macabeos 2, 13)

  • Levantó sus ánimos con palabras de la Ley y de los profetas, recordándoles los triunfos anteriores. (2 Macabeos 15, 9)

  • Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas. (Sabiduría 7, 27)

  • Dales su recompensa a los que en ti esperaron, y demuestra que tus profetas decían la verdad. (Sirácides (Eclesiástico) 36, 15)

  • Unos fueron soberanos en su reino, hombres famosos por su energía; otros sobresalieron por sus sabias decisiones, hablaron como profetas. (Sirácides (Eclesiástico) 44, 3)

  • Consagraste a reyes para que hicieran justicia, y a profetas para que continuaran tu misión. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 8)

  • En cuanto a los doce Profetas, que sus huesos reflorezcan donde cayeron. Porque consolaron a Jacob, lo salvaron reavivando sus esperanzas. (Sirácides (Eclesiástico) 49, 10)

  • También éstos se tambalean bajo los efectos del vino, sacerdotes y profetas andan dando tumbos por haber tomado tanto. El vino los hace titubear y los licores fuertes les hacen perder los sentidos: divagan en sus visiones y tartamudean al dar sus sentencias. (Isaías 28, 7)

  • Es un espíritu que adormece, el que Yavé les ha enviado; les ha cerrado los ojos a ustedes los profetas, y a ustedes los videntes, les ha vendado los ojos. (Isaías 29, 10)

  • Han dicho a los videntes: «No tengan más visiones», y a los profetas: «No nos comuniquen la verdad, más bien, cuéntennos cosas interesantes de mundos maravillosos. (Isaías 30, 10)

  • Los sacerdotes ya no se preguntan: ¿Dónde está Yavé? ¡Los dueños de mi enseñanza no me conocen! Los pastores de mi pueblo se rebelaron contra mí, y los profetas consultaron a dioses inútiles, dando respuestas en nombre de Baal. (Jeremías 2, 8)


“Que o Espírito Santo guie a sua inteligência, faça-o descobrir a verdade escondida na Sagrada Escritura e inflame a sua vontade para praticá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina