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  • Cuando te sucedan todas estas cosas acerca de la bendición o maldición que te he propuesto, te acordarás de ellas en medio de las naciones donde Yavé, tu Dios, te haya arrojado. (Deuteronomio 30, 1)

  • Siguieron las costumbres de las naciones que Yavé había arrojado delante de ellos. (2 Reyes 17, 8)

  • y han arrojado sus dioses al fuego, porque éstos no eran dioses, sino obras de la mano del hombre, hechos de madera o piedra; por eso han sido destruidos. (2 Reyes 19, 18)

  • Dios me ha entregado a los injustos y me ha arrojado en manos de los malvados. (Job 16, 11)

  • Yo decía en mi desconcierto: "Me ha arrojado de su presencia". Pero tú oías la voz de mi plegaria cuando clamaba a ti. (Salmos 31, 23)

  • Los siervos del rey, que los habían arrojado al horno, no cesaban de atizar el fuego con petróleo, alquitrán, estopa y sarmientos, (Daniel 3, 46)

  • E inmediatamente se cumplieron esas palabras en Nabucodonosor: fue arrojado de entre los hombres, se alimentó de hierba, como los bueyes, el rocío del cielo mojó su cuerpo, de modo que le crecieron los cabellos como plumas de águila y las uñas como las de las aves (Daniel 4, 30)

  • Y recibió el reino Darío, el medo, que tenía sesenta y dos años. Daniel es arrojado al foso de los leones (Daniel 6, 1)

  • Todos los ministros del reino, prefectos, gobernadores, consejeros y funcionarios aconsejan de común acuerdo que se promulgue un decreto real con la siguiente prohibición TTodo el que en el término de treinta días dirija una oración a cualquiera que sea, dios u hombre, fuera de ti, oh gran rey, será arrojado al foso de los leones. (Daniel 6, 8)

  • Me habías arrojado en el corazón del mar, y la corriente me cercaba, tus olas y tus remolinos pasaban sobre mí. (Jonás 2, 4)

  • Y dije: He sido arrojado de tu presencia, nunca más veré tu santo templo. (Jonás 2, 5)

  • El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego. (Evangelio según San Mateo 3, 10)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina