Levítico, 2

La Biblia de Jerusalén

1 Cuando alguien ofrezca a Yahveh una oblación, su ofrenda consistirá en flor de harina, sobre la que derramará aceite y pondrá incienso.

2 La llevará a los hijos de Aarón, a los sacerdotes; tomará un puñado de la harina con aceite y todo el incienso; el sacerdote lo quemará en el altar como memorial, manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh.

3 El resto de la oblación será para Aarón y para sus hijos, como porción sacrastísima del manjar abrasado para Yahveh.

4 Cuando ofrezcas una oblación de pasta cocida al horno, será de flor de harina en panes ázimos amasados con aceite, o en tortas ázimas untadas en aceite.

5 Si tu ofrenda es una oblación preparada en la chapa, ha de ser de flor de harina, amasada con aceite, sin levadura.

6 La partirás en trozos y encima derramarás aceite. Es una oblación.

7 Si tu ofrenda es una oblación preparada en cazuela, se hará de flor de harina con aceite.

8 La oblación que ha sido preparada con estas cosas, se la llevarás a Yahveh. Será presentada al sacerdote, quien la llevará al altar.

9 El sacerdote reservará parte de la oblación como memorial y lo quemará en el altar, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh.

10 El resto de la oblación será para Aarón y para sus hijos, como porción sacratísima del manjar abrasado de Yahveh.

11 Toda la oblación que ofrezcáis a Yahveh será preparada sin levadura, pues ni de fermento ni de miel quemaréis nada como manjar abrasado para Yahveh.

12 Sí que los podréis ofrecer como ofrenda de primicias, pero no subirán al altar como sacrificio de calmante aroma.

13 Sazonarás con sal toda oblación que ofrezcas; en ninguna de tus oblaciones permitirás que falte nunca la sal de la alianza de tu Dios; en todas tus ofrendas ofrecerás sal.

14 Si ofreces a Yahveh una oblación de primicias ofrecerás, como oblación de tus primicias, espigas tostadas al fuego o grano tierno majado.

15 Derramarás sobre ella aceite y le echarás además incienso; es una oblación.

16 El sacerdote quemará, como memorial de la misma, parte del grano majado y del aceite, con todo el incienso, como manjar abrasado para Yahveh.




Versículos relacionados com Levítico, 2:

Levítico 2 presenta instrucciones sobre ofrendas de cereales que los israelitas deberían presentar a Dios. Estas ofertas consistían en granos delgados y aceite, sin levadura y sal, que deberían quemarse en el altar. Los versos seleccionados son:

1 Crónicas 21:24: "Entonces el rey David le dijo a Ornã, no, pero lo compraré por su precio justo; porque no ofreceré al Señor mi Dios, Holocaustos que no me costaron nada. Así que David compró la trilla y el buey por cincuenta hojas de plata ". El versículo muestra la importancia de ofrecer a Dios sacrificio personal y financiero, en lugar de simplemente ofrecer algo que no cuesta nada.

Mateo 5:23-24: "Por lo tanto, si está presentando su oferta en el altar, y luego recuerda que su hermano tiene algo en su contra, deje su oferta allí antes del altar y primero lo reconciliará con su hermano; luego venga. Presenta tu oferta ". Este versículo destaca la importancia de la reconciliación antes de ofrecer ofrendas a Dios, demostrando que nuestras relaciones con los demás son esenciales para nuestra adoración a Dios.

Hebreos 13:15: "A través de Jesús, por lo tanto, ofrecamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, que es el resultado de los labios que confiesan su nombre". El autor de Hebreos señala que la oferta más importante que podemos ofrecer a Dios es nuestra alabanza y adoración a través de Jesucristo.

Salmo 141:2: "Sube mi oración antes que tu cara como incienso, y sea el levantamiento de mis manos como sacrificio de la tarde". El salmista muestra que la oración puede considerarse una oferta para Dios, presentada como incienso, y que la adoración de Dios puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento.

Romanos 12:1: "Por lo tanto, hermanos, rezo por las misericordias de Dios que presentan a tu cuerpo como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es tu adoración racional". El apóstol Pablo señala que nuestra adoración a Dios debe presentarse a través de nuestros cuerpos y vidas como un sacrificio vivo, santo y agradable, que es una oferta racional y espiritual a Dios.


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