Deuteronomio, 32
19. Yahveh lo ha visto y, en su ira, ha desechado a sus hijos y a sus hijas.
19. Yahveh lo ha visto y, en su ira, ha desechado a sus hijos y a sus hijas.
Deuteronomio 32 Es una canción que Moisés canta al pueblo de Israel para recordarles la fidelidad de Dios y los castigos que pueden venir sobre ellos si abandonan el pacto con él. Este capítulo enfatiza la importancia de la obediencia y la justicia, así como el cuidado divino para su gente y la ira divina contra aquellos que los rechazan.
Jeremías 21:12: "Oh casa de David, así dice el Señor, practica justicia por la mañana, y entregue a los oprimidos de la mano del opresor, que no saldrá de tu ira, que arde y nadie lo borró, porque del mal de tus obras ". La práctica de la justicia es un tema central en Deuteronomio 32, y este versículo enfatiza la importancia de actuar de justicia para prevenir la ira de Dios.
Salmo 81:11-13: "Pero mi gente no quería escuchar mi voz, e Israel no quería obedecerme. Luego les di a los deseos de sus corazones, para que pudieran estar en su propio consejo. Ah, Ah, ¡Si mi gente me había escuchado! ¡Si Israel hubiera caminado en mis caminos! " Estos versos reflejan la preocupación de Deuteronomio 32 con obediencia a Dios y las consecuencias de la desobediencia.
Isaías 49:15-16: "¿Puede una mujer olvidarse de su hijo que todavía está amamantando, para que no simpatice con el hijo de su útero? Pero incluso si se olvida, no te olvidaré. Eso en las palmas de las palmas de las palmas Mis manos te grabé; tus paredes están continuamente delante de mí ". Deuteronomio 32 enfatiza la fidelidad de Dios a su pueblo, y este versículo de Isaías refleja la misma idea.
Romanos 12:19: "Amado, nunca busque vengarse, pero deja con Dios la ira, porque está escrita:" Mi es venganza; volveré ", dice el Señor". La ira de Dios contra aquellos que lo rechazan es un tema importante en Deuteronomio 32, y este versículo en romanos enfatiza que es Dios quien debe lidiar con la venganza, no los seres humanos.
“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina
