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  • El hombre impuso nombre a todos los ganados, a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo; pero para sí mismo no encontró una ayuda apropiada. (Génesis 2, 20)

  • Aquel mismo día, Noé entró en el arca con sus hijos Sem, Cam y Jafet, con su mujer y las mujeres de sus tres hijos. (Génesis 7, 13)

  • Abrahán cayó rostro en tierra y se puso a reír diciéndose a sí mismo: "¿A un hombre de cien años le podrá nacer un hijo, y Sara a los noventa años podrá ser madre?". (Génesis 17, 17)

  • Abrahán tomó a Ismael, su hijo; a todos los esclavos nacidos en su casa, a los comprados con su dinero; a todos los varones que había en su casa, y aquel mismo día circuncidó la carne de su prepucio, como Dios le había ordenado. (Génesis 17, 23)

  • En aquel mismo día fueron circuncidados Abrahán y su hijo, (Génesis 17, 26)

  • y le dijo: "Juro por mí mismo, palabra del Señor, que, por haber hecho esto y no haberme negado tu hijo único, (Génesis 22, 16)

  • Jacob le respondió: "Véndeme ahora mismo tu primogenitura". (Génesis 25, 31)

  • Aquel mismo día vinieron sus siervos y le comunicaron lo del pozo que habían abierto; le dijeron: "Hemos encontrado agua"; (Génesis 26, 32)

  • y se olvide de lo que le has hecho. Entonces yo mandaré a buscarte. ¿Por qué tendría yo que perder a los dos hijos en un mismo día?". (Génesis 27, 45)

  • Y aquel mismo día Labán separó los machos cabríos manchados, todas las cabras manchadas, toda res con manchas blancas y todas las ovejas negras, y se las entregó a sus hijos, (Génesis 30, 35)

  • Labán alcanzó a Jacob, que había plantado sus tiendas en el monte; Labán también plantó las suyas en el mismo monte de Galaad. (Génesis 31, 25)

  • Los mensajeros volvieron a Jacob diciendo: "Hemos ido a tu hermano, y él mismo viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres". (Génesis 32, 7)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina