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  • Solamente dejó de comprar las tierras de los sacerdotes, porque ellos tenían una asignación del Faraón y vivían del rédito que éste les daba; por eso no vendieron sus tierras. (Génesis 47, 22)

  • No se veían unos a otros; durante tres días nadie se movió de su lugar. Pero los israelitas tuvieron luz en la región donde vivían. (Exodo 10, 23)

  • Los amorreos, que vivían en la montaña, salieron a vuestro encuentro; os persiguieron como hacen las avispas, y os derrotaron en Seír hasta Jormá. (Deuteronomio 1, 44)

  • Antiguamente vivían allí los emitas, pueblo grande, numeroso y de alta estatura, como los anaquitas. (Deuteronomio 2, 10)

  • También en Seír vivían antiguamente los hurritas, que se vieron desposeídos y exterminados por los hijos de Esaú, los cuales se establecieron en su lugar, de la misma manera que hizo Israel con la tierra que el Señor le dio en posesión). (Deuteronomio 2, 12)

  • lo mismo hizo con los hijos de Esaú, que vivían en Seír: El Señor exterminó a los hurritas, y ellos los echaron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy. (Deuteronomio 2, 22)

  • Tres días después de haber hecho el pacto con ellos, se supo que eran vecinos y que vivían cerca. (Josué 9, 16)

  • Ese mismo día Josué tomó a Maqueda y la destruyó; pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella sin dejar ni un superviviente; al rey de Maqueda lo trató como había tratado al rey de Jericó. (Josué 10, 28)

  • El Señor la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con todos los que vivían en ella sin dejar un superviviente. Y trató a su rey como había tratado al de Jericó. (Josué 10, 30)

  • El Señor entregó a Laquis en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella, como había hecho con Libná. (Josué 10, 32)

  • La tomaron aquel mismo día y pasaron a filo de espada a todos los que vivían en ella, exterminándolos completamente, como habían hecho con Laquis. (Josué 10, 35)

  • La tomaron y pasaron a filo de espada al rey y a todos los que vivían en ella y en los pueblos vecinos, exterminándolos por completo y sin dejar un superviviente, como habían hecho con Eglón. (Josué 10, 37)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina