Found 346 Results for: templo

  • La ciudad entera se alborotó. Concurrió la gente de todas partes, y tomando a Pablo, lo arrastraron hacia la salida del Templo; cerraron inmediatamente las puertas. (Hecho de los Apóstoles 21, 30)

  • Después de regresar a Jerusalén, mientras un día me encontraba orando en el Templo, tuve un éxtasis. (Hecho de los Apóstoles 22, 17)

  • Incluso intentaba profanar el Templo cuando lo tomamos preso. Queríamos juzgarlo según nuestra Ley, (Hecho de los Apóstoles 24, 6)

  • y que nadie me sorprendió discutiendo en el Templo o alborotando a la gente ni en las sinagogas ni en la ciudad; (Hecho de los Apóstoles 24, 12)

  • Y esta es la razón por la que me encontraron en el Templo. Me había purificado según la Ley, y no había aglomeración de gente ni tumulto. (Hecho de los Apóstoles 24, 18)

  • Pablo se defendió diciendo: «Yo no he cometido ninguna falta contra la Ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra el César.» (Hecho de los Apóstoles 25, 8)

  • Por cumplir esta misión los judíos me detuvieron en el Templo y trataron de matarme. (Hecho de los Apóstoles 26, 21)

  • ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1º Carta a los Corintios 3, 16)

  • Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes. (1º Carta a los Corintios 3, 17)

  • ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que está en ustedes? Ya no se pertenecen a sí mismos. (1º Carta a los Corintios 6, 19)

  • Si uno de ellos te ve a ti, con tu buen conocimiento, sentado a la mesa en un salón del templo, su conciencia poco formada se dejará arrrastrar y comerá también él esa carne. (1º Carta a los Corintios 8, 10)

  • ¿No saben que los que trabajan en el servicio sagrado son mantenidos por el Templo, y los que sirven al altar reciben su parte de lo que ha sido ofrecido sobre el altar? (1º Carta a los Corintios 9, 13)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina