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  • Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho. (Génesis 2, 3)

  • Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. (Génesis 2, 7)

  • Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. (Génesis 2, 21)

  • También Abel le hizo una ofrenda, sacrificando los primeros nacidos de sus rebaños y quemando su grasa. (Génesis 4, 4)

  • Dijo Lamec a sus mujeres: «Escúchenme ustedes, Ada y Sella; oigan mis palabras, mujeres de Lamec: yo he matado a un hombre por herirme y a un muchacho porque me golpeó. (Génesis 4, 23)

  • Yavé vio que la maldad del hombre en la tierra era grande y que todos sus pensamientos tendían siempre al mal. (Génesis 6, 5)

  • Esta es la historia de Noé. Noé fue en sus tiempo un hombre justo y que se portó bien en todo; Noé caminaba con Dios. (Génesis 6, 9)

  • Noé, pues, entró en el arca junto con su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. (Génesis 7, 7)

  • Ese mismo día Noé entró en el arca con sus hijos Cam, Sem y Jafet, su esposa y sus nueras. (Génesis 7, 13)

  • Salió, pues, Noé y con él sus hijos, su esposa y sus nueras. (Génesis 8, 18)

  • Al aspirar el agradable aroma, Yavé decidió: «Nunca más maldeciré la tierra por causa del hombre, pues veo que sus pensamientos están inclinados al mal ya desde la infancia. Nunca más volveré a castigar a todo ser viviente como acabo de hacerlo. (Génesis 8, 21)

  • Bendijo Dios a Noé y a sus hijos y les dijo: «Crezcan, multiplíquense y pueblen la tierra. (Génesis 9, 1)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina