Found 38 Results for: humana

  • El que mate a un animal, dará otro por él, pero el que mate a una persona humana, morirá. (Levítico 24, 21)

  • Con él hay una fuerza humana, pero con nosotros está Yavé, nuestro Dios, para ayudarnos y combatir nuestros combates.» El pueblo quedó confortado con las palabras de Ezequías, rey de Judá. (2 Crónicas 32, 8)

  • Tú creaste a Adán y le diste a Eva, su mujer, como ayuda y compañera, para que de los dos naciera la raza humana. Tú dijiste: No está bien que el hombre esté solo, démosle una compañera semejante a él. (Tobías 8, 6)

  • Danos tu ayuda contra el opresor, pues la ayuda humana es ilusoria. (Salmos 108, 13)

  • La palabra humana es un agua profunda, un manantial surgente, una fuente de vida. (Proverbios 18, 4)

  • La razón humana avanza tímidamente, nuestras reflexiones no son seguras, (Sabiduría 9, 14)

  • el asesinato sin piedad de niñitos, los banquetes sanguinarios en que comían la carne humana con la sangre y las entrañas, mientras celebraban sus cultos secretos. (Sabiduría 12, 5)

  • Entre los palos que le quedan y que no sirven para nada, divisa uno todo torcido y lleno de nudos; lo toma y lo va esculpiendo a ratos; pone en él todo su arte y le da forma humana, (Sabiduría 13, 13)

  • La vanidad humana los introdujo en el mundo y por eso su destrucción está decidida. (Sabiduría 14, 14)

  • ¿Cuál es la raza digna de honor? La raza humana. ¿Cuál es la raza digna de honor? Los que temen al Señor. ¿Qué raza es despreciable? La raza humana. ¿Qué raza es despreciable? Los que violan los mandamientos y la Ley. (Sirácides (Eclesiástico) 10, 19)

  • Estas son las cosas más elementales para la vida humana: el agua, el fuego, el fierro, la sal, y también la harina de trigo, la leche y la miel, el zumo de la uva, el aceite y la ropa. (Sirácides (Eclesiástico) 39, 26)

  • No detengas tu mirada en una belleza humana ni te pongas a conversar con mujeres. (Sirácides (Eclesiástico) 42, 12)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina