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  • Si la mancha vuelve a extenderse por la casa después de haber arrancado las piedras y de haberlas raspado y revocado, (Levítico 14, 43)

  • En este caso se derribará la casa. Sus piedras, sus maderas y todo el material de la casa serán sacados fuera de la ciudad a un lugar impuro. (Levítico 14, 45)

  • No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes. (Levítico 26, 1)

  • La gente del pueblo se dispersaba para recogerlo, luego lo molían entre dos piedras o lo machacaban en un mortero. Después lo cocían en una olla y hacían con él tortillas. Su sabor era parecido al de una tortilla con aceite. (Números 11, 8)

  • La comunidad entera hablaba de tirarles piedras, pero apareció la Gloria de Yavé en la Tienda de las Citas, ante los israelitas. (Números 14, 10)

  • Entonces Yavé dijo a Moisés: "A ese hombre hay que darle muerte. Toda la comunidad le lanzará piedras fuera del campamento". (Números 15, 35)

  • Toda la comunidad lo llevó fuera del campamento y le dieron muerte lanzándole piedras. Murió tal como Yavé se lo había ordenado a Moisés. (Números 15, 36)

  • tierra donde el pan que comas no será racionado y donde nada te faltará; tierra donde las piedras tienen hierro y de cuyas montañas extraerás el cobre. (Deuteronomio 8, 9)

  • Tampoco levantarás piedras, porque Yavé aborrece estas cosas. (Deuteronomio 16, 22)

  • La mano de los testigos será la primera en tirar piedras para matarlo. Después, todo el pueblo lo apedreará. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti. (Deuteronomio 17, 7)

  • Entonces todo el pueblo le tirará piedras hasta que muera. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, temerá. (Deuteronomio 21, 21)

  • Cuando pasen el Jordán para ir a la tierra que Yavé, tu Dios, te da, erigirás grandes piedras y las blanquearás con cal. (Deuteronomio 27, 2)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina