Katholische Bibel
 

II Samuel, 8

14. Además, puso gobernadores en Edóm, estableciéndolos por todo el país, y todos los edomitas pasaron a ser vasallos de David. El Señor daba la victoria a David en todas sus campañas.

Verse im Zusammenhang mit II Samuel, 8:

El Capítulo 8 del Libro de 2 Samuel describe los logros militares del rey David, que expandió el reino de Israel y estableció su poder sobre las naciones vecinas. Los siguientes versos abordan temas relacionados con la guerra, la victoria y la sumisión de otras personas:

Deuteronomio 20:1 - "Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos, y ves caballos, autos y personas más grandes en número que tú, no les temes; para el Señor tu Dios, quien te sacó del La tierra de Egipto está contigo ". Este versículo habla sobre la confianza que el pueblo de Dios debe tener en la batalla, sabiendo que él está con ellos.

Salmo 60:12 - "Con Dios haremos la destreza, porque él aplastará a nuestros enemigos". Este salmo expresa la confianza del salmista en la victoria que Dios le dará a su pueblo contra los enemigos.

Proverbios 21:31 - "El caballo está preparado para el día de la batalla, pero la victoria proviene del Señor". Este proverbio destaca la importancia de la preparación y la estrategia, pero también señala que la victoria final proviene de Dios.

Isaías 14:2 - "y los pueblos los tomarán, y los devolverán a sus lugares; y la Casa de Israel los poseerá en la tierra del Señor, por sirvientes y por sirvientes; y cautivan a quienes los han cautivado, y dominará a sus opresores ". Este versículo profético describe la sumisión de los enemigos de Israel y la restauración de su posición como el pueblo elegido de Dios.

Romanos 8:37 - "Pero en todas estas cosas somos más que ganadores, para quien nos amaba". Este versículo habla sobre la victoria que los cristianos tienen en Cristo, lo que los fortalece en todas las circunstancias, incluidas las luchas y las batallas que enfrentan.





“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina