Gefunden 571 Ergebnisse für: nuestro

  • Unicamente respetaste el país de los ammonitas, toda la ribera del torrente Yabboq y las ciudades de la montaña, todo lo que Yahveh nuestro Dios había prohibido. (Deuteronomio 2, 37)

  • Luego nos volvimos y subimos por el camino de Basán. Og, rey de Basán, salió a nuestro encuentro con todo su pueblo y nos presentó batalla en Edreí. (Deuteronomio 3, 1)

  • Yahveh nuestro Dios entregó en nuestras manos también a Og, rey de Basán, con todo su pueblo. Le batimos hasta no dejarle ni un superviviente. (Deuteronomio 3, 3)

  • Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos? (Deuteronomio 4, 7)

  • Yahveh nuestro Dios ha concluido con nosotros una alianza en el Horeb. (Deuteronomio 5, 2)

  • y dijisteis: «Mira, Yahveh nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza y hemos óido su voz de en medio del fuego. Hemos visto en este día que puede Dios hablar al hombre y seguir éste con vida. (Deuteronomio 5, 24)

  • Pero ahora, ¿por qué hemos de morir? - porque este fuego nos va a devorar -; si seguimos oyendo la voz de Yahveh nuestro Dios, moriremos. (Deuteronomio 5, 25)

  • Acércate tú a oír todo lo que diga Yahveh nuestro Dios, y luego nos dirás todo lo que Yahveh nuestro Dios te haya dicho; nosotros lo escucharemos y lo pondremos en práctica.» (Deuteronomio 5, 27)

  • Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. (Deuteronomio 6, 4)

  • Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: «¿Qué son estos estatutos, estos preceptos y estas normas que Yahveh nuestro Dios os ha prescrito?», (Deuteronomio 6, 20)

  • Y Yahveh nos mandó que pusiéramos en práctica todos estos preceptos, temiendo a Yahveh nuestro Dios, para que fuéramos felices siempre y nos permitiera vivir como el día de hoy. (Deuteronomio 6, 24)

  • Tal será nuestra justicia: cuidar de poner en práctica todos estos mandamientos ante Yahveh nuestro Dios, como él nos ha prescrito.» (Deuteronomio 6, 25)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina