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  • Todo el mundo tenía un mismo idioma y usaba las mismas expresiones. (Génesis 11, 1)

  • y dijo Yavé: «Veo que todos forman un solo pueblo y tienen una misma lengua. Si esto va adelante, nada les impedirá desde ahora que consigan todo lo que se propongan. (Génesis 11, 6)

  • Pues bien, bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros.» (Génesis 11, 7)

  • La tierra ya no les permitía vivir en un mismo lugar, pues sus rebaños eran demasiado grandes como para que estuvieran juntos. (Génesis 13, 6)

  • Así pues, Abram le dijo a Lot: «Mira, es mejor que no haya peleas entre nosotros, ni entre mis pastores y los tuyos, ya que somos hermanos. (Génesis 13, 8)

  • Luego se volvieron y llegaron hasta la fuente de Misfat, o sea Cadés, y arrasaron todo el país de los amalecitas y de los amorreos que vivían en Asasontamar. (Génesis 14, 7)

  • No quiero nada para mí, sino tan sólo lo que han comido mis hombres. En cuanto a mis aliados Aner, Escol y Mambré, que ellos mismos tomen su parte.» (Génesis 14, 24)

  • Ya que no me diste descendencia, tendré por heredero a uno de mis sirvientes.» (Génesis 15, 3)

  • Y el Angel le dijo: "Mira que estás embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Ismael, porque Yavé ha considerado tu miseria. (Génesis 16, 11)

  • Tomó entonces Abrahán a su hijo Ismael, a todos los nacidos en su casa y a todos los que había comprado, en una palabra, a todos los varones que había en la familia y los circuncidó ese mismo día, tal como Dios le había mandado. (Génesis 17, 23)

  • En aquel mismo día fueron circuncidados Abrahán y su hijo Ismael. (Génesis 17, 26)

  • Luego él mismo corrió al potrero, tomó un ternero tierno y bueno y se lo entregó a un muchacho para que lo preparara inmediatamente. (Génesis 18, 7)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina