Gefunden 31 Ergebnisse für: discípulo

  • Echaron a suertes el turno del servicio de todos, tanto del pequeño como del grande, del maestro como del discípulo. (1 Crónicas 25, 8)

  • El Señor Yavé me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos. (Isaías 50, 4)

  • El discípulo no está por encima de su maestro, ni el sirviente por encima de su patrón. (Evangelio según San Mateo 10, 24)

  • Ya es mucho si el discípulo llega a ser como su maestro y el sirviente como su patrón. Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de los demás de la familia! (Evangelio según San Mateo 10, 25)

  • Asimismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, porque es discípulo, no quedará sin recompensa: soy yo quien se lo digo.» (Evangelio según San Mateo 10, 42)

  • Siendo ya tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús. (Evangelio según San Mateo 27, 57)

  • El discípulo no está por encima de su maestro, pero si se deja formar, se parecerá a su maestro. (Evangelio según San Lucas 6, 40)

  • En ese momento Juan tomó la palabra y le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para echar fuera demonios, y le dijimos que no lo hiciera, pues no es discípulo junto a nosotros.» (Evangelio según San Lucas 9, 49)

  • «Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. (Evangelio según San Lucas 14, 26)

  • El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío. (Evangelio según San Lucas 14, 27)

  • Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío. (Evangelio según San Lucas 14, 33)

  • Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: (Evangelio según San Juan 6, 8)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina