Encontrados 30 resultados para: seco

  • Dios dijo: "Reúnanse en un solo lugar las aguas inferiores y aparezca lo seco"; y así fue. (Génesis 1, 9)

  • Dios llamó a lo seco tierra, y a la masa de las aguas llamó mares. Vio Dios que esto estaba bien. (Génesis 1, 10)

  • Tú alza tu bastón, extiende la mano sobre el mar y divídelo para que los israelitas pasen por medio del mar en seco. (Exodo 14, 16)

  • Moisés extendió después su mano sobre el mar, y el Señor, por medio de un recio viento del este, empujó el mar, dejándolo seco y dividiendo las aguas. (Exodo 14, 21)

  • porque hemos oído cómo el Señor secó las aguas del mar Rojo ante vosotros cuando salíais de Egipto y cómo habéis tratado a los reyes amorreos de Transjordania, a Sijón y a Og, a quienes exterminasteis. (Josué 2, 10)

  • Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza del Señor estuvieron en seco, a pie firme en medio del Jordán, mientras todo Israel atravesaba en seco, hasta que todo el pueblo terminó de pasar. (Josué 3, 17)

  • porque el Señor, vuestro Dios, secó las aguas del Jordán delante de nosotros hasta que pasamos, como lo había hecho con el mar Rojo, que también secó delante de nosotros hasta que pasamos, (Josué 4, 23)

  • mira, voy a poner un vellón de lana al sereno; si el rocío se posa solamente sobre el vellón estando seco todo el suelo, entonces sabré que librarás a Israel por mi mano, como has dicho". (Jueces 6, 37)

  • Gedeón dijo a Dios: "No se encienda tu ira contra mí si te hablo todavía una vez. Permíteme que haga una última vez la prueba del vellón: que quede seco solamente el vellón y en todo el suelo haya rocío". (Jueces 6, 39)

  • Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco totalmente el vellón y en todo el suelo había rocío. (Jueces 6, 40)

  • Pero al cabo de algún tiempo se secó el torrente por no haber llovido en el país. (I Reyes 17, 7)

  • Entonces cayó fuego del Señor y devoró el holocausto, la leña, las piedras y el polvo y secó el agua de la zanja. (I Reyes 18, 38)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina