Encontrados 133 resultados para: nuestras

  • judíos y prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las grandezas de Dios". (Hechos 2, 11)

  • a la que aspiran nuestras doce tribus, sirviendo a Dios asiduamente día y noche. Por causa de esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos. (Hechos 26, 7)

  • "Amigos, veo que la navegación no podrá hacerse sin peligro y sin graves daños no sólo del cargamento y del barco, sino también de nuestras vidas". (Hechos 27, 10)

  • Pues cuando seguíamos nuestros bajos instintos, la ley avivaba nuestras pasiones pecaminosas, que producían en nuestro cuerpo frutos de muerte. (Romanos 7, 5)

  • y nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos. Nos insultan, y bendecimos; nos persiguen, y aguantamos; (I Corintios 4, 12)

  • Hermanos, no queremos que ignoréis las grandes dificultades que encontramos en Asia. Fue tan dura la prueba y tan por encima de nuestras fuerzas, que perdimos toda esperanza de seguir viviendo. (II Corintios 1, 8)

  • Pues el peso momentáneo y ligero de nuestras penalidades produce, sobre toda medida, un peso eterno de gloria (II Corintios 4, 17)

  • Y nos alegramos de que yo sea débil y vosotros fuertes. Lo que pedimos en nuestras oraciones es vuestra perfección. (II Corintios 13, 9)

  • Continuamente damos gracias a Dios por todos vosotros y os recordamos en nuestras oraciones. (I Tesalonicenses 1, 2)

  • que no os dejéis tan fácilmente impresionar ni os alarméis por supuestas revelaciones, palabras o cartas que os induzcan a pensar que el día del Señor es inminente, por más que se os diga que son nuestras. (II Tesalonicenses 2, 2)

  • que nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no por nuestras obras, sino por pura voluntad suya y por la gracia que nos ha dado en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, (II Timoteo 1, 9)

  • Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, ya que fue probado en todo a semejanza nuestra, a excepción del pecado. (Hebreos 4, 15)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina