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  • todo Egipto está a tu disposición. Instala a tu padre y a tus hermanos en lo mejor del país; que se queden en la región de Gosen y, si sabes que entre ellos hay hombres de valía, ponlos de mayorales de mis ganados". (Génesis 47, 6)

  • Jacob le respondió: "Los años de mi peregrinar son ciento treinta. Pocos e infelices han sido los años de mi vida, y no alcanzaré los años de vida de mis padres durante su peregrinación". (Génesis 47, 9)

  • Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en su sepultura". José respondió: "Haré como tú dices". (Génesis 47, 30)

  • José respondió a su padre: "Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí". Jacob dijo: "Acércamelos, que quiero bendecirlos". (Génesis 48, 9)

  • Y bendijo a José diciendo: "El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abrahán e Isaac, el Dios que me ha guiado desde mi nacimiento hasta hoy, (Génesis 48, 15)

  • el ángel que me ha librado de todo mal, bendiga a estos muchachos y por ellos se difunda mi nombre y el nombre de mis padres Abrahán e Isaac; que crezcan y se multipliquen sobre la tierra". (Génesis 48, 16)

  • Después les dio estas órdenes: "Yo voy a reunirme con mi pueblo; sepultadme con mis padres en la gruta que está en el campo de Efrón, el hitita, (Génesis 49, 29)

  • Luego llegaron sus mismos hermanos, se postraron ante él y le dijeron: "Aquí nos tienes como esclavos tuyos". (Génesis 50, 18)

  • José hizo jurar a los hijos de Israel así: "Ya que Dios vendrá ciertamente en vuestra ayuda, llevaréis de aquí mis huesos". (Génesis 50, 25)

  • Respondieron: "Un egipcio nos defendió de los pastores, y hasta él mismo se puso a sacar agua y abrevó el rebaño". (Exodo 2, 19)

  • Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto con todos mis prodigios, que haré en medio de ellos; después de lo cual, os dejará salir. (Exodo 3, 20)

  • Moisés volvió a casa de Jetró, su suegro, y le dijo: "Déjame marchar y volver a mis hermanos, que están en Egipto, para ver si todavía están vivos". Jetró le dijo: "Vete en paz". (Exodo 4, 18)


“É difícil tornar-se santo. Difícil, mas não impossível. A estrada da perfeição é longa, tão longa quanto a vida de cada um. O consolo é o repouso no decorrer do caminho. Mas, apenas restauradas as forças, é necessário levantar-se rapidamente e retomar a viagem!” São Padre Pio de Pietrelcina