Encontrados 100 resultados para: trabajo

  • Entonces los artífices más expertos de entre los que ejecutaban el trabajo hicieron la Morada. La hizo con diez tapices de lino fino torzal, de púrpura violeta y escarlata y de carmesí con querubines bordados. (Exodo 36, 8)

  • El total del oro empleado en el trabajo, en todo el trabajo del Santuario, es decir, el oro de la ofrenda reservada, fue de veintinueve talentos y 730 siclos, en siclos del Santuario; (Exodo 38, 24)

  • Moisés vio todo el trabajo y comprobó que lo habían llevado a cabo; tal como había mandado Yahveh, así lo habían hecho. Y Moisés los bendijo. (Exodo 39, 43)

  • Será éste para vosotros un decreto perpetuo: En el mes séptimo, el día décimo del mes, ayunaréis, y no haréis trabajo alguno, ni el nativo ni el forastero que reside en medio de vosotros. (Levítico 16, 29)

  • Seis días se trabajará, pero el séptimo día será de descanso completo, reunión sagrada en que no haréis trabajo alguno. Será descanso de Yahveh dondequiera que habitéis. (Levítico 23, 3)

  • El día primero tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil. (Levítico 23, 7)

  • Ofreceréis durante siete días manjares abrasados a Yahveh. El séptimo día celebraréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil. (Levítico 23, 8)

  • Ese mismo día convocaréis una reunión sagrada; la celebraréis y no haréis ningún trabajo servil. Decreto perpetuo será éste de generación en generacíon dondequiera que habitéis. (Levítico 23, 21)

  • No haréis ningún trabajo servil, y ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. (Levítico 23, 25)

  • No haréis en ese mismo día ningún trabajo, pues es el día de Expiación, en el que se ha de hacer la expiación por vosotros delante de Yahveh, vuestro Dios. (Levítico 23, 28)

  • Al que haga en tal día un trabajo cualquiera, yo lo haré perecer de en medio de su pueblo. (Levítico 23, 30)

  • No haréis, pues, trabajo alguno. Es decreto perpetuo, de generación en generación, dondequiera que habitéis. (Levítico 23, 31)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina