Encontrados 29 resultados para: olas

  • El que poco antes pensaba dominar con su altivez de superhombre las olas del mar, y se imaginaba pesar en una balanza las cimas de las montañas, caído por tierra, era luego transportado en una litera, mostrando a todos de forma manifiesta el poder de Dios, (II Macabeos 9, 8)

  • como nave que atraviesa las aguas agitadas, y no es posible descubrir la huella de su paso ni el rastro de su quilla en las olas; (Sabiduría 5, 10)

  • de una ballesta se disparará furioso granizo; las olas del mar se encresparán contra ellos, los ríos los anegarán sin piedad; (Sabiduría 5, 22)

  • y es tu Providencia, Padre, quien la guía, pues también en el mar abriste un camino, una ruta segura a través de las olas, (Sabiduría 14, 3)

  • ¡Si hubieras atendido a mis mandatos, tu dicha habría sido como un río y tu victoria como las olas del mar! (Isaías 48, 18)

  • Yo soy Yahveh tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas; Yahveh Sebaot es mi nombre. (Isaías 51, 15)

  • ¿A mí no me temeréis? - oráculo de Yahveh -, ¿delante de mí no temblaréis, que puse la arena por término al mar, límite eterno, que no traspasará? Se agitará, mas no lo logrará; mugirán sus olas, pero no pasarán. (Jeremías 5, 22)

  • Así dice Yahveh, el que da el sol para alumbrar el día, y gobierna la luna y las estrellas para alumbrar la noche, el que agita el mar y hace bramar sus olas, cuyo nombre es Yahveh Sebaot. (Jeremías 31, 35)

  • Subió contra Babilonia el mar, por el tropel de sus olas quedó cubierta. (Jeremías 51, 42)

  • Es que devasta Yahveh a Babilonia, apaga de ella el gran ruido, y mugen sus olas como las de alta mar, cuyo son es estruendoso. (Jeremías 51, 55)

  • por eso, así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Tiro. Voy a hacer subir contra ti a naciones numerosas, como el mar hace subir sus olas. (Ezequiel 26, 3)

  • Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus olas y tus crestas pasaban sobre mí. (Jonás 2, 4)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina