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y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!» Y diole Abram el diezmo de todo. (Génesis 14, 20)
Pero Abram dijo al rey de Sodoma: «Alzo mi mano ante el Dios Altísimo, creador de cielos y tierra: (Génesis 14, 22)
Nada en absoluto, salvo lo que han comido los mozos y la parte de los hombres que fueron conmigo: Aner, Eskol y Mambré. Ellos que tomen su parte.» (Génesis 14, 24)
Después de estos sucesos fue dirigida la palabra de Yahveh a Abram en visión, en estos términos: «No temas, Abram. Yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande.» (Génesis 15, 1)
Dijo Abram: «Mi Señor, Yahveh, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?.» (Génesis 15, 2)
Dijo Abram: «He aquí que no me has dado descendencia, y un criado de mi casa me va a heredar.» (Génesis 15, 3)
Y sacándole afuera, le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas.» Y le dijo: «Así será tu descendencia.» (Génesis 15, 5)
El dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré que ha de ser mía?» (Génesis 15, 8)
Tomó él todas estas cosas, y partiéndolas por medio, puso cada mitad enfrente de la otra. Los pájaros no los partió. (Génesis 15, 10)
Yahveh dijo a Abram: «Has de saber que tus descendientes serán forasteros en tierra extraña. Los esclavizarán y oprimirán durante cuatrocientos años. (Génesis 15, 13)
Pero yo a mi vez juzgaré a la nación a quien sirvan; y luego saldrán con gran hacienda. (Génesis 15, 14)
y dijo Saray a Abram: «Mira, Yahveh me ha hecho estéril. Llégate, pues, te ruego, a mi esclava. Quizá podré tener hijos de ella.» Y escuchó Abram la voz de Saray. (Génesis 16, 2)
