Encontrados 55 resultados para: llamaba

  • El hombre se llamaba Nabal y su mujer se llamaba Abigaíl; ella era muy prudente y hermosa, pero el hombre era duro y de mala conducta. Era calebita. (I Samuel 25, 3)

  • Tenía Jonatán, hijo de Saúl, un hijo tullido de pies. Tenía cinco años cuando llegó de Yizreel la noticia de lo de Saúl y Jonatán; su nodriza le tomó y huyó, pero con la prisa de la fuga, cayó y se quedó cojo. Se llamaba Meribbaal. (II Samuel 4, 4)

  • Se levantaba Absalón temprano y se colocaba a la vera del camino de la puerta, y a los que tenían algún pleito y venían donde el rey para el juicio, les llamaba Absalón y les decía: «¿No eres tú de...?» El respondía: «Tu siervo es de tal tribu de Israel.» (II Samuel 15, 2)

  • Jeroboam era hijo de Nebat, efraimita de Seredá; su madre se llamaba Seruá y era viuda. Era servidor de Salomón y alzó la mano contra el rey. (I Reyes 11, 26)

  • Reinó 41 años en Jerusalén; su abuela se llamaba Maaká, hija de Absalón. (I Reyes 15, 10)

  • Josafat tenía 35 años cuando comenzó a reinar y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Siljí. (I Reyes 22, 42)

  • El fue quien quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustán. (II Reyes 18, 4)

  • La mujer de Abisur se llamaba Abihayil, que le dio a luz a Ajbán y Molid. (I Crónicas 2, 29)

  • Sesán no tuvo hijos, sino hijas; tenía Sesán un siervo egipcio que se llamaba Yarjá. (I Crónicas 2, 34)

  • Estos son los hijos de Jur, padre de Etam: Yizreel, Yismá y Yibdás. Su hermana se llamaba Haslelponí. (I Crónicas 4, 3)

  • Maaká, mujer de Makir, dio a luz un hijo, a quien llamó Peres. Su hermano se llamaba Seres y sus hijos Ulam y Réquem. (I Crónicas 7, 16)

  • En Gabaón habitaba Yeiel, padre de Gabaón, cuya mujer se llamaba Maaká. (I Crónicas 8, 29)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina