Encontrados 111 resultados para: dije

  • Y les dije: «Vosotros estáis consagrados a Yahveh; estos utensilios son sagrados; esta plata y este oro son una ofrenda voluntaria a Yahveh, Dios de nuestros padres. (Esdras 8, 28)

  • y dije: «Dios mío, harta vergüenza y confusión tengo para levantar mi rostro hacia ti, Dios mío. Porque nuestros crímenes se han multiplicado hasta sobrepasar nuestra cabeza, y nuestro delito ha crecido hasta el cielo. (Esdras 9, 6)

  • Y dije: «Ah, Yahveh, Dios del cielo, tú, el Dios grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos; (Nehemías 1, 5)

  • y dije al rey: «¡Viva por siempre el rey! ¿Cómo no ha de estar triste mi semblante, cuando la ciudad donde están las tumbas de mis padres está en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego?» (Nehemías 2, 3)

  • entonces les dije: «Vosotros mismos veis la triste situación en que nos encontramos, pues Jerusalén está en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego. Vamos a reconstruir la muralla de Jerusalén, y no seremos más objeto de escarnio.» (Nehemías 2, 17)

  • Al ver su miedo, me levanté y dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «¡No les tengáis miedo; acordaos del Señor, grande y terrible, y combatid por vuestros hermanos, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas!» (Nehemías 4, 8)

  • Dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «La obra es importante y extensa, y nosotros estamos diseminados a lo largo de la muralla, lejos unos de otros: (Nehemías 4, 13)

  • Dije también entonces al pueblo: «Todos pasarán la noche en Jerusalén con sus criados, y así haremos guardia de noche y trabajaremos de día.» (Nehemías 4, 16)

  • Tomé decisión en mi corazón de reprender a los notables y a los consejeros, y les dije: «¡Qué carga impone cada uno de vosotros a su hermano!» Congregué contra ellos una gran asamblea, (Nehemías 5, 7)

  • y les dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida de nuestras posibilidades, a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones. ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a vuestros hermanos para que nosotros los rescatemos!» Ellos callaron sin saber qué responder. (Nehemías 5, 8)

  • y les dije: «No se abrirán las puertas de Jerusalén hasta que el sol comience a calentar; y cuando todavía esté alto, se cerrarán y se echarán las barras a las puertas; y se establecerán puestos de guardia de entre los habitantes de Jerusalén, unos en su puesto y otros delante de su casa.» (Nehemías 7, 3)

  • Cuando me presentaron la mesa, con numerosos manjares, dije a mi hijo Tobías: «Hijo, ve a buscar entre nuestros hermanos deportados en Nínive a algún indigente que se acuerde del Señor y tráelo para que coma con nosotros. Te esperaré hasta que vuelvas, hijo mío.» (Tobías 2, 2)


“Diante de Deus ajoelhe-se sempre.” São Padre Pio de Pietrelcina