Encontrados 54 resultados para: cuello

  • Luego, con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello, (Génesis 27, 16)

  • Esaú, a su vez, corrió a su encuentro, le abrazó, se le echó al cuello, le besó y lloró. (Génesis 33, 4)

  • Y Faraón se quitó el anillo de la mano y lo puso en la mano de José, le hizo vestir ropas de lino fino y le puso el collar de oro al cuello, (Génesis 41, 42)

  • Y echándose al cuello de su hermano Benjamín, lloró; también Benjamín lloraba sobre el cuello de José. (Génesis 45, 14)

  • José engancho su carroza y subió a Gosen, al encuentro de su padre Israel; y viéndole se echó a su cuello y estúvose llorando sobre su cuello. (Génesis 46, 29)

  • Habrá en su centro una abertura para la cabeza; esta abertura llevará en derredor una orla, tejida como el cuello de una cota, para que no se rompa. (Exodo 28, 32)

  • Había una abertura en el centro del manto, semejante al cuello de una cota, con una orla alrededor de la abertura para que no se rompiese. (Exodo 39, 23)

  • servirás a los enemigos que Yahveh enviará contra ti, con hambre, sed, desnudez y privación de todo. El pondrá en tu cuello un yugo de hierro hasta que te destruya. (Deuteronomio 28, 48)

  • ¡«Será que han cogido botín y lo reparten: una doncella, dos doncellas para cada guerrero; botín de paños de colores para Sísara, botín de paños de colores; un manto, dos mantos bordados para mi cuello!» (Jueces 5, 30)

  • Zébaj y Salmunná dijeron entonces: «Levántate tú, hiérenos, porque según es el hombre es su valentía.» Gedeón se levantó, mató a Zébaj y a Salmunná y tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello. (Jueces 8, 21)

  • El peso de los anillos de oro que les había pedido, se elevó a 1.700 siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni tampoco los collares que pendían del cuello de sus camellos. (Jueces 8, 26)

  • Junto a él repararon los de Técoa, pero sus notables se negaron a poner su cuello al servicio de sus señores. (Nehemías 3, 5)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina