Encontrados 131 resultados para: cambio

  • En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día de la matanza. (Jeremías 12, 3)

  • En cambio, desde que dejamos de quemar incienso a la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y el hambre somos acabados.» (Jeremías 44, 18)

  • Kaf. Su pueblo entero gime buscando pan; dan sus tesoros a cambio de alimento, por recobrar la vida. «Mira, Yahveh, y contempla qué envilecida estoy.» (Lamentaciones 1, 11)

  • Diréis: Al Señor Dios nuestro la justicia, a nosotros, en cambio, la confusión del rostro, como sucede en este día; a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, (Baruc 1, 15)

  • Pues bien diles: Así dice el Señor Yahveh: Yo haré que calle ese proverbio; no se le repetirá más en Israel. Diles en cambio: Llegan los días en que toda visión se cumplirá, (Ezequiel 12, 23)

  • A toda prostituta se le da un regalo. Tú, en cambio, dabas regalos a todos tus amantes, y los atraías con mercedes para que vinieron a ti de los alrededores y se prestasen a tus prostituciones. (Ezequiel 16, 33)

  • Yaván, Túbal y Mések traficaban contigo: te daban a cambio hombres y utensilios de bronce. (Ezequiel 27, 13)

  • Judá y la tierra de Israel traficaban también contigo: te daban a cambio trigo de Minnit, pannag, miel, aceite y resina. (Ezequiel 27, 17)

  • Ha oído el sonido del cuerno y no ha hecho caso: su sangre recaerá sobre él. En cambio, el que haya hecho caso, salvará su vida. (Ezequiel 33, 5)

  • Entonces el rey cambió de color, sus pensamientos le turbaron, las articulaciones de sus caderas se le relajaron y sus rodillas se pusieron a castañetear. (Daniel 5, 6)

  • El rey Baltasar se turbó mucho y su semblante cambió de color; también sus dignatarios quedaron desconcertados. (Daniel 5, 9)

  • El rey también le veneraba y todos los días iba a adorarle. Daniel, en cambio, adoraba a su Dios. (Daniel 14, 4)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina