Encontrados 12 resultados para: Subamos

  • Luego, levantémonos y subamos a Betel, y haré allí un altar al Dios que me dio respuesta favorable el día de mi tribulación, y que me asitió en mi viaje.» (Génesis 35, 3)

  • Caleb acalló al pueblo delante de Moisés, diciendo: «Subamos, y conquistaremos el país, porque sin duda podremos con él.» (Números 13, 30)

  • Así pues, dueño y señor, si hay algún extravío en este pueblo, si han pecado contra su Dios, y vemos que hay en ellos alguna causa de ruina, subamos y ataquémoslos. (Judit 5, 20)

  • ¡Subamos y serán un bocado para todo tu ejército, señor, Holofernes!» (Judit 5, 24)

  • Judas y sus hermanos dijeron: «Nuestros enemigos están vencidos; subamos, pues, a purificar el Lugar Santo y a celebrar su dedicación.» (I Macabeos 4, 36)

  • Aunque desfallecido, dijo a los que le habían quedado: «Levantémonos y subamos contra nuestros adversarios por si podemos hacerles frente.» (I Macabeos 9, 8)

  • y acudirán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.» Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Isaías 2, 3)

  • Subamos contra Judá y desmembrémoslo, abramos brecha en él y pongamos allí por rey al hijo de Tabel." (Isaías 7, 6)

  • - «¡Declaradle la guerra santa! ¡En pie y subamos contra ella a mediodía!... ¡Ay de nosotros, que el día va cayendo, y se alargan las sombras de la tarde!... (Jeremías 6, 4)

  • ¡Pues arriba y subamos de noche y destruiremos sus alcázares!» (Jeremías 6, 5)

  • Pues habrá un día en que griten los centinelas en la montaña de Efraím: «¡Levantaos y subamos a Sión, adonde Yahveh, el Dios nuestro!» (Jeremías 31, 6)

  • acudirán naciones numerosas y dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos». Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Miqueas 4, 2)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina