Encontrados 54 resultados para: Contar%C3%A9is

  • Haré tu descendencia como el polvo de la tierra: tal que si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tu descendencia. (Génesis 13, 16)

  • Que fuiste tú quien dijiste: "Yo seré bueno de veras contigo y haré tu descendencia como la arena del mar, que no se puede contar de tanta como hay."» (Génesis 32, 13)

  • José recolectó grano como la arena del mar, una enormidad, hasta tener que desistir de contar porque era innumerable. (Génesis 41, 49)

  • y para que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo, cómo me divertí con Egipto y las señales que realicé entre ellos, y sepáis que yo soy Yahveh.» (Exodo 10, 2)

  • Los israelitas partieron de Ramsés hacia Sukkot, unos 600.000 hombres de a pie, sin contar los niños. (Exodo 12, 37)

  • sin contar los sábados de Yahveh, sin contar vuestros dones, sin contar todos vuestros votos, sin contar todas vuestras oblaciones voluntarias, las que ofrezcáis a Yahveh. (Levítico 23, 38)

  • Los muertos por aquella plaga fueron 14.700, sin contar los que murieron por causa de Coré. (Números 17, 14)

  • Los pastos de las ciudades que cedáis a los levitas comprenderán mil codos alrededor de la ciudad, a contar desde las murallas. (Números 35, 4)

  • plazas fuertes todas ellas, con altas murallas, puertas y cerrojos; sin contar las ciudades de los perizitas, en gran número. (Deuteronomio 3, 5)

  • Contarás siete semanas. Cuando la hoz comience a cortar las espigas comenzarás a contar estas siete semanas. (Deuteronomio 16, 9)

  • El peso de los anillos de oro que les había pedido, se elevó a 1.700 siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni tampoco los collares que pendían del cuello de sus camellos. (Jueces 8, 26)

  • Aquel día los benjaminitas llegados de las diversas ciudades hicieron el censo, que dio en total 25.000 hombres armados de espada, sin contar los habitantes de Guibeá. (Jueces 20, 15)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina