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que no tomaré nada de lo que te pertenece: ni siquiera el hilo o la correa de una sandalia. Así no podrás decir: ‘Yo enriquecí a Abrám’. (Génesis 14, 23)
Después de estos acontecimientos, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: (Génesis 15, 1)
El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma". (Génesis 15, 9)
Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. (Génesis 15, 10)
Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. (Génesis 15, 12)
El Señor le dijo: "Tienes que saber que tus descendientes emigrarán a una tierra extranjera. Allí serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años. (Génesis 15, 13)
Tú, en cambio, irás en paz a reunirte con tus padres, y serás sepultado después de una vejez feliz. (Génesis 15, 15)
Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. (Génesis 15, 17)
Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: el río Éufrates: (Génesis 15, 18)
Sarai, la esposa de Abrám, no le había dado ningún hijo. Pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar. (Génesis 16, 1)
Yo haré una alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa". (Génesis 17, 2)
"Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. (Génesis 17, 4)
