Encontrados 67 resultados para: pobres

  • compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. (Isaías 58, 7)

  • El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, (Isaías 61, 1)

  • Sólo a los más pobres entre el pueblo, a los que no poseían nada, Nebuzaradán, comandante de la guardia, los dejó en el país de Judá, asignándoles en aquel día viñas y terrenos. (Jeremías 39, 10)

  • Por eso, rey, acepta mi consejo: redime tus pecados con la justicia y tus faltas con la misericordia hacia los pobres; tal vez así tu prosperidad será duradera". (Daniel 4, 24)

  • Porque yo conozco la multitud de sus crímenes y la enormidad de sus pecados, ¡opresores del justo, que exigen rescate y atropellan a los pobres en la Puerta! (Amós 5, 12)

  • Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. (Amós 8, 4)

  • «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. (Mateo 5, 3)

  • los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. (Mateo 11, 5)

  • «Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». (Mateo 19, 21)

  • Se hubiera podido vender el perfume a buen precio para repartir el dinero entre los pobres». (Mateo 26, 9)

  • A los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre. (Mateo 26, 11)

  • Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». (Marcos 10, 21)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina