Encontrados 13 resultados para: perdonar
Te ruego que me libres de la amenaza de mi hermano Esaú, porque tengo miedo de que él venga y nos destruya, sin perdonar a nadie. (Génesis 32, 12)
Y que el Señor perdone a tu servidor este gesto: cuando mi señor entra en el templo de Rimón para postrarse y se apoya en mi brazo, yo también me postro en el templo de Rimón. Así, cuando yo me postre en el templo de Rimón, que el Señor se digne perdonar este gesto a tu servidor". (II Reyes 5, 18)
y también por la sangre inocente que derramó, hasta inundar con ella a Jerusalén: el Señor no quiso perdonar. (II Reyes 24, 4)
Entonces Dios hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, y este hizo morir por la espada a sus jóvenes en el interior de su Santuario, sin perdonar a nadie, ni joven ni virgen, ni anciano ni hombre encanecido: los entregó a todos en sus manos. (II Crónicas 36, 17)
El que cultiva la tierra levanta bien alto su parva, y el que agrada a los grandes se hace perdonar la injusticia. (Eclesiástico 20, 28)
Que el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. (Isaías 55, 7)
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». (Mateo 9, 6)
Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?». (Mateo 18, 21)
«¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?». (Marcos 2, 7)
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados (Marcos 2, 10)
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: «¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?». (Lucas 5, 21)
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa». (Lucas 5, 24)
