Encontrados 36 resultados para: pensando

  • Abraham cayó con el rostro en tierra, y se sonrió, pensando: "¿Se puede tener un hijo a los cien años? Y Sara, a los noventa, ¿podrá dar a luz?". (Génesis 17, 17)

  • Por eso, ella rió en su interior, pensando: "Con lo vieja que soy, ¿volveré a experimentar el placer? Además, ¡mi marido es tan viejo!". (Génesis 18, 12)

  • Pero el Señor dijo a Abraham: "¿Por qué se ha reído Sara, pensando que no podrá dar a luz, siendo tan vieja? (Génesis 18, 13)

  • y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: "Al menos no veré morir al niño". Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos. (Génesis 21, 16)

  • "Yo estaba atemorizado, respondió Jacob a Labán, pensando que podías quitarme a tus hijas. (Génesis 31, 31)

  • En realidad, lo hicimos por temor, pensando que el día de mañana los hijos de ustedes podrían decir a los nuestros: ‘¿Qué tienen que ver ustedes con el Señor, el Dios de Israel? (Josué 22, 24)

  • Luego dijo Samuel: "Tráiganme a Agag, rey de los amalecitas". Agag se acercó a él muy complacido, pensando: "Seguramente, me he librado de la amargura de la muerte". (I Samuel 15, 32)

  • De pronto, Saúl empuñó la lanza, pensando: "Voy a clavar a David contra la pared". Pero David esquivó el golpe una y otra vez. (I Samuel 18, 11)

  • Él respondió: "Mientras el niño vivía, yo ayunaba y lloraba, pensando: ‘¿Quién sabe? A lo mejor el Señor se apiada de mí y el niño se cura’. (II Samuel 12, 22)

  • Que mi señor el rey no se preocupe ahora, pensando que han muerto todos los hijos del rey. No, sólo Amnón ha muerto, (II Samuel 13, 33)

  • En realidad, lo que ellos querían eran intimidarnos, pensando: "Sus manos se cansarán de trabajar, y la obra no se realizará". ¡Y ahora, Señor, fortalece mis manos! (Nehemías 6, 9)

  • Al despertar, Mardoqueo, que intuyó en este sueño lo que Dios había resuelto hacer, estuvo pensando en él hasta la noche y trataba de comprenderlo en todos sus detalles. (Ester 11, 12)


“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina