Encontrados 209 resultados para: montañas

  • Él se detiene, y hace vacilar la tierra, mira, y hace estremecer a las naciones. ¡Se desmoronan las montañas eternas, se hunden las colinas antiguas, sus caminos de siempre! (Habacuc 3, 6)

  • Te ven las montañas y se espantan, pasa una lluvia torrencial, el océano hace oír su voz y levanta sus manos en alto. (Habacuc 3, 10)

  • Yo he llamado a la sequía sobre la tierra y sobre las montañas, sobre el trigo, el vino nuevo, el aceite fresco y sobre todo lo que produce el suelo, sobre los hombres y los animales, y sobre todo el trabajo de sus manos. (Ageo 1, 11)

  • Yo levanté de nuevo los ojos y tuve una visión: Había cuatro carros que salían de entre las dos montañas, y las montañas eran de bronce. (Zacarías 6, 1)

  • Y el valle de mis montañas quedará obstruido desde Goa hasta Jasol; quedará obstruido como lo fue a causa del terremoto, en tiempos de Ozías, rey de Judá. Y vendrá el Señor, mi Dios, y todos los santos con él. (Zacarías 14, 5)

  • y aborrecí a Esaú. Yo hice de sus montañas una desolación y di su herencia a los chacales del desierto. (Malaquías 1, 3)

  • los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; (Mateo 24, 16)

  • Cuando vean la Abominación de la desolación usurpando el lugar que no le corresponde -el que lea esto, entiéndalo bien- los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; (Marcos 13, 14)

  • Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. (Lucas 3, 5)

  • Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. (Lucas 21, 21)

  • Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos! (Lucas 23, 30)

  • Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. (I Corintios 13, 2)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina