Encontrados 49 resultados para: arrojó

  • ¿Quién hirió mortalmente a Abimélec, hijo de Ierubaal? ¿No fue una mujer la que le arrojó una piedra de molino desde lo alto del muro, y así él murió en Tébes? ¿Por qué se acercaron tanto a la muralla?’, entonces tú le dirás: ‘También ha muerto tu servidor Urías, el hitita’". (II Samuel 11, 21)

  • y cruzaron el vado, para hacer pasar a la familia del rey y complacer todos sus deseos. En cuanto a Simei, se arrojó a los pies del rey cuando este iba a cruzar el Jordán, (II Samuel 19, 19)

  • Mientras tanto, Amasá, bañado en sangre, se revolcaba en medio del camino. Al ver que todos se detenían, aquel hombre retiró a Amasá del camino y arrojó sobre él un manto, porque veía que todos los que llegaban junto a él se paraban. (II Samuel 20, 12)

  • arrojó flechas y los dispersó, lanzó rayos y sembró la confusión. (II Samuel 22, 15)

  • y le dijeron: "Hay aquí, entre tus servidores, cincuenta hombres valientes. Deja que vayan a buscar a tu señor; tal vez el espíritu del Señor se lo llevó y lo arrojó sobre alguna montaña o en algún valle". Él replicó: "No envíen a nadie". (II Reyes 2, 16)

  • demolieron las ciudades y cada uno arrojó su piedra en los campos fértiles, hasta llenarlos de ellas; cegaron todas las fuentes de agua y talaron los mejores árboles. Al fin, cuando ya no quedó más que Quir Jaréset, los honderos la cercaron y la atacaron. (II Reyes 3, 25)

  • Eliseo dijo: "Traigan harina". Él la arrojó en la olla y agregó: "Sírvele a esta gente, para que coman". Y ya no había nada malo en la olla. (II Reyes 4, 41)

  • El hombre de Dios dijo: "¿Dónde cayó?". Él le mostró el lugar, y Eliseo partió un pedazo de madera; lo arrojó allí, y el hacha salió a flote. (II Reyes 6, 6)

  • El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. (II Reyes 17, 18)

  • Y el Señor rechazó a toda la raza de Israel: los humilló y entregó en manos de salteadores, hasta que al fin los arrojó lejos de su presencia. (II Reyes 17, 20)

  • Sacó del Templo del Señor el poste sagrado, y lo llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón; allí lo quemó hasta reducirlo a polvo, y arrojó el polvo a la fosa común. (II Reyes 23, 6)

  • El rey derribó los altares que estaban sobre las terrazas de la habitación alta de Ajaz, construidos por los reyes de Judá, y también los que había hecho Manasés en los dos atrios de la Casa del Señor; allí mismo los destrozó y arrojó el polvo en el torrente Cedrón. (II Reyes 23, 12)


“Seja modesto no olhar.” São Padre Pio de Pietrelcina