Encontrados 117 resultados para: resto

  • Recuperó el botín, y también a su sobrino Lot con sus pertenencias, a las mujeres y al resto de la gente. (Génesis 14, 16)

  • y los mandó lejos de Jacob, a una distancia de tres días. Y Jacob se quedó cuidando el resto del rebaño de Labán. (Génesis 30, 36)

  • «Vuelve a meter tu mano en el pecho.» Lo hizo y, al sacarla, su mano estaba tan sana como el resto de su cuerpo. (Exodo 4, 7)

  • Tomando de la sangre del novillo con tu dedo, la pondrás sobre los cuernos del altar; el resto lo derramarás al pie del altar. (Exodo 29, 12)

  • El resto de la ofrenda quedará para Aarón y sus hijos; es cosa muy sagrada porque proviene del sacrificio por el fuego para Yavé. (Levítico 2, 3)

  • El resto de la ofrenda quedará para Aarón y sus hijos, como porción muy sagrada del sacrificio por el fuego para Yavé. (Levítico 2, 10)

  • El sacerdote teñirá con la sangre los cuernos del altar del incienso aromático para Yavé que está en la Tienda de las Citas, y vaciará el resto de la sangre al pie del altar de los holocaustos, a la entrada de la Tienda de las Citas. (Levítico 4, 7)

  • El sacerdote mojará su dedo en la sangre, teñirá con ella los cuernos del altar de los holocaustos, y derramará el resto junto a su base. (Levítico 4, 30)

  • El sacerdote mojará su dedo en la sangre y teñirá con ella los cuernos del altar de los holocaustos, luego derramará el resto de la sangre al pie del altar. (Levítico 4, 34)

  • Rociará con su sangre la pared del altar y derramará el resto de la sangre al pie del altar: es un sacrificio por el pecado. (Levítico 5, 9)

  • Así el sacerdote hará la expiación por esta persona y por su pecado, y le será perdonado. El resto de la ofrenda será para el sacerdote.» (Levítico 5, 13)

  • Moisés lo sacrificó. Mojando sus dedos en la sangre, untó con ella las esquinas del altar, para consagrarlo. Después derramó el resto de la sangre al pie del altar; de esta manera lo consagró, haciendo por él la expiación. (Levítico 8, 15)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina