Encontrados 11 resultados para: recen

  • Escribe, pues, este libro y enséñaselo a los hijos de Israel para que lo recen de memoria. Este cántico me servirá de testimonio contra los hijos de Israel. (Deuteronomio 31, 19)

  • Escucha mi plegaria y la de Israel, tu pueblo, cuando recen en este lugar. Desde tu morada celestial escucha y perdona. (1 Reyes 8, 30)

  • Oye, pues, las plegarias de tu siervo y las de Israel, tu pueblo, cuando recen en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona. (2 Crónicas 6, 21)

  • Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, (Evangelio según San Mateo 5, 44)

  • Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. (Evangelio según San Mateo 6, 5)

  • Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, (Evangelio según San Mateo 6, 9)

  • Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.» (Evangelio según San Mateo 26, 41)

  • Les dijo: «Cuando recen, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino. (Evangelio según San Lucas 11, 2)

  • Pero les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús nuestro Señor y del amor, fruto del Espíritu, que recen a Dios por mí. Luchen conmigo rogando por mí, (Carta a los Romanos 15, 30)

  • Les ruego encarecidamente que recen a Dios para que cuanto antes pueda volver a ustedes. (Carta a los Hebreos 13, 19)

  • Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante: (Carta de Santiago 5, 16)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina