Encontrados 14 resultados para: gacela

  • No obstante, podrás sacrificar y comer carne en todas tus ciudades, siempre que lo desees y que no te falte por el favor de Yavé; pero ésta será carne de la que todos podrán comer, estén puros o impuros, como si se tratara de gacela o de ciervo. (Deuteronomio 12, 15)

  • pero lo comerás como se come la gacela o el ciervo: de él comerán igualmente el que se encuentre puro y el que no. (Deuteronomio 12, 22)

  • el ciervo, la gacela y el gamo, la cabra montés, el antílope, el búfalo y la gamuza. (Deuteronomio 14, 5)

  • sino que lo comerás en tu casa y tanto el hombre puro como el impuro podrán comer de él, como si se tratara de una gacela o de un ciervo. (Deuteronomio 15, 22)

  • Se encontraban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisaí y Asael. Asael corría tan ligero como una gacela salvaje. (2 Samuel 2, 18)

  • Hubo también gaditas que se pasaron a David cuando éste estaba en su refugio en el desierto, guerreros valientes, hombres de guerra, diestros con el escudo y la lanza, sus rostros como el león y ligeros como la gacela salvaje. (1 Crónicas 12, 9)

  • graciosa cierva, amable gacela! Encuentra el placer entre sus pechos en cualquier momento, y permanece siempre prendado de su amor! (Proverbios 5, 19)

  • brincando por los cerros, mi amado, como una gacela o un cabrito. Ahora se detiene detrás de nuestra cerca, y se pone a mirar por las ventanas, a espiar por las rejas. (Cantar 2, 9)

  • Antes que sople la brisa del día y huyan las sombras, amado mío, vuelve, como la gacela o el cabrito, por los montes de las balsameras. (Cantar 2, 17)

  • Tus dos pechos, cervatillos coquetones, mellizos de gacela. (Cantar 4, 5)

  • tus dos pechos cervatillos coquetones mellizos de gacela. Tu cuello, como torre de marfil. (Cantar 7, 4)

  • Huye, amado mío, como gacela o como un cabrito por los montes de las balsameras. (Cantar 8, 14)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina